You © JENLISA G!P

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 Tonight (Demo)

( Amira Elfeky )

Your smile is like a breath of air

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Las frías brisas de aire chocaban contra el cabello pardo de la alta a medida que sus dos manos se escondían en el interior de los bolsillos de su chaqueta de cuero oscuro. Ya habían transcurrido aproximadamente más de veinte minutos desde que Jennie había sorprendido a la castaña con su aparición sorpresa en el interior de la biblioteca.

Y ahora, Lisa se encontraba caminando por las oscuras y desoladas calles del barrio mientras se dirigía hacía su pequeño apartamento, donde la penumbra de la noche se mezclaba con la tenue luz de los faroles, creando sombras inquietantes que parecían seguirla en su recorrido a casa.

Los nervios se le agolpaban en el pecho, pero su rostro mantenía una expresión serena y decidida. No podía permitirse parecer sospechosa; cada paso debía ser meticulosamente calculado para no levantar sospechas. En su boca, un cigarro encendido destellaba intermitentemente con cada calada, el humo ascendiendo en espirales que se perdían en el viento nocturno.

Lisa había elegido un camino que zigzagueaba entre callejones estrechos y pasajes ocultos, aquellos que los transeúntes evitaban por miedo a lo desconocido. A medida que avanzaba, sus desgastados Converse resonaban sutilmente contra el empedrado, un sonido que, aunque insignificante, parecía ensordecedor en medio del silencio nocturno.

Las luces de neón de los establecimientos cercanos parpadeaban intermitentemente, proyectando destellos coloridos en su rostro, pero ella mantenía la vista fija al frente, sin dejarse distraer por los brillos artificiales que la rodeaban. Su actitud era la de alguien que simplemente regresaba a casa tras un largo día, sin prisas, sin preocupaciones aparentes.

Sus pensamientos volvían una y otra vez a Taehyung, cuyo cuerpo yacía tirado con sangre alrededor en aquel habítaculo que se escondía en el sucio callejón cerca de York Avenue.

Lisa había planificado cada detalle con precisión quirúrgica, pero la aparición de Jennie había introducido una variable inesperada en su meticuloso plan. No obstante, no había tiempo para el pánico. Debía continuar, debía llegar al lugar donde el cadáver estaba descansando en el mar de sangre, y asegurarse de que todo seguía tal y como lo había dejado.

El viento, que arremolinaba hojas secas a su paso, parecía susurrar secretos antiguos y olvidados. Lisa se aferraba a su determinación, consciente de que cualquier signo de vacilación podría ser fatal. En cada esquina, se detenía por un instante, observando a su alrededor, asegurándose de que nadie la seguía. Sus movimientos eran fluidos y precisos, fruto de una mente entrenada para actuar bajo presión.

Finalmente, llegó a una puerta de hierro oxidado, semioculta entre aquellos dos edificios abandonados. Su corazón latía con fuerza, pero su mano permanecía firme mientras giraba la pesada cerradura. El chirrido de la puerta al abrirse resonó como un lamento en la oscuridad, pero Lisa no se detuvo. Atravesó el umbral y se adentró en la penumbra del interior, donde la oscuridad parecía casi tangible.

Dentro, el aire era denso y cargado, con un olor a humedad que se mezclaba con un rastro débil, pero inconfundible, de descomposición. Avanzó con cautela, sus pasos amortiguados por la gruesa capa de polvo que cubría el suelo.

Y ahí estaba, el cuerpo muerto del joven masculino que yacía en el suelo. La sangre que adornaba cada parte de la anatomía del muchacho, la cual, debido al tiempo, ya había tornado un color más oscuro y seco. Las manchas rojizas se habían transformado en un tono marrón oscuro, impregnando la piel y la ropa del difunto con una apariencia lúgubre y casi irreal.