Baby You Are Hot

Little boy

Hubo un tiempo en donde lo único que podía sentir era miedo. Sin entender la razón por la que me sentía muerto. En el fondo de mí había muerto todo lo que creía amar. Y lo odié. Me odié y deteste el hecho de sentirme desolado por tantos años.

En esa época lo único que corría era sangre en mi, aún mi corazón latir y no podía evitar el fluido sanguíneo. Pero mi mente. . . Ni siquiera estaba cuerdo, solo podía pensar en no querer seguir. En abandonar todo.

No fue fácil vivir con mi padre, ni mucho menos con una madre que permitía que dañaran a su hijo física y psicológicamente. Fue doloroso. Una tortura que duró casi tanto como una guerra.

Al principio actué como si no me importara, pero dolía demasiado, no quería creer que vivía con un hombre depravado con la mente hecha mierda, con una botella de licor barato en las manos, tomando un trago cada vez que metía su asqueroso trozo de carne en mi. Lo odiaba. Y sin dudarlo lo odiaré toda mi vida. Estaré horas parado en su tumba maldeciéndolo y deseando que se ahogue en fuego.

Y mientras pataleé en su tumba tiraré cada pétalo de rosa destrozadas en la caja de muerto que yacía a su lado con el polvo de los huesos de mi madre. Que se jodan.

Por que cuando llegó mi tiempo de reír por su dolor, por sus gritos de agonía, ya era feliz. Pues ya tenía a alguien que verdaderamente me amaba y estaba dispuesto a todo por mi. Minho.