Day two

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Después de que Samantha tomara su jugo de naranja mezclado con el supresor, se la pasó todo el día mirando televisión con un pequeño puchero en sus labios, siempre hacía eso cuando estaba muy concentrada haciendo algo. La alfa se encontraba a su lado con el celular en sus manos hablando con una compañera de clases preguntándole si ella podía pasar a dejarle las cosas que hicieran en clase durante la semana.

-Alfa...-La llamó apoyando su cabeza en su hombro.

Ari desvió la vista de su celular hacia Sam y sonrió-¿Qué pasa, cosita?

-Hambre.

-Ya veo, ¿quieres unas tostadas con dulce de moras y café?-Preguntó y la omega asintió con la cabeza-Muy bien, espera aquí.

Se levantó del sillón dejando su teléfono en la mesa y fue hasta la cocina para preparar una rica merienda para la omega y ella. Por lo que Samantha le había dicho, tenía que tomar los supresores cuando desayunaba, comía y cenaba, en la hora de merendar la pastilla tenía que estar entera y no disuelta como en el desayuno y cena, no entendió muy bien el por qué pero lo haría de esa manera de todas formas.

También se dio cuenta que Samantha no hablaba mucho durante su celo, a ver, si es verdad que su amiga naturalmente era de pocas palabras, pero en su celo solamente decía palabras sueltas o frases muy cortas. Parecía una niña a pesar de tener 19 años, pero para Abril era lo más tierno que pudo haber visto, la ojiverde jamás la había visto en celo y era la cosita más tierna y abrazable que vio en su inútil vida de 22 años.

Estaba segura que no todos los omegas se comportaban así cuando estaban en celo, otros eran algo violentos o enojones, otros que su lado sexual estaba más presente y así.

Una vez tenía todo listo lo llevó hasta la mesa baja y volvió a la cocina por el supresor y un vaso de agua, cuando la omega vio la pastilla automáticamente empezó a negar con la cabeza.

-No, no...

-Tienes que tomarlo, cosita-Dijo dejando el vaso en la mesa.

-No, alfa, no-Negó abultando sus mejillas.

-Tienes que hacerlo, abre la boca-Demandó con voz tranquila pero la omega volvió a negar
-Samantha...

-¡No!-Gritó y la alfa soltó un suspiro.

Sam le había comentado que su omega era demasiado terca a la hora de tomar los supresores si se lo mostraban, se negaba y hacía berrinches para no hacerlo. Más de una vez Vicky la obligó a tomarlo a la fuerza, ya que muchas veces la tuvo que perseguir por todo el departamento para que lo tome, claro que nunca llegó a golpes o algo parecido,
simplemente la alfa de ojos ámbar la chantajeaba con no comprarle más pollo frito y la omega accedía a regañadientes.

-Bien, no lo tomes entonces-¿No pasaba nada si no tomaba el supresor que le tocaba a la merienda, verdad?-Pero después de cenar te vas a bañar.

La omega sonrió victoriosa y empezó a comer tranquila, el resto de la tarde se la pasaron viendo películas hasta la noche. La hora de la cena pasó y Ari estaba batallando con una omega berrinchuda que no quería meterse a bañar.

-¡Antes me habías dicho que si te bañarías y ahora me dices que no quieres!-Alzó la voz mirando a la omega con el ceño fruncido y con las toallas en las manos.

-¡No quiero!-Dijo cruzada de brazos sentada en su cama mientras le daba la espalda a la alfa.

-¡Samantha!

-¡Ducha no!

-Eres peor que un... ahg-Dijo fastiada. Dejó las toallas a un lado y se acercó a Sam, se agachó a su altura y la observó-Cariño, ¿tú quieres que alfa este triste?-La omega negó con la cabeza-Porque alfa se pondría triste si no te duchas, tienes que hacerlo así estas limpiecita y lista para dormir. Además, si lo haces te doy una recompensa, ¿quieres?-La omega asintió y Ari sonrió victoriosa.

❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️

Era lunes por lo tanto el segundo día del celo de Samantha , después del baño la omega cayó dormida al instante cuando su cuerpecito tocó el colchón de su cama. La recompensa que le prometió Ari fue un pequeño besito en la mejilla de la menor, esto la hizo sentir bien ya que según su instinto estaba siendo una buena omega para la alfa.

La alfa se encontraba triturando el supresor para mezclarlo con el batido de moras, mientras lo revolvía una omega con las mejillas rojas y cabello despeinado apareció a paso perezoso en la cocina, caminó hasta la alfa y apoyó su cabeza en el hombro de ésta para ver lo que hacía.

-Mía-Y para recordarle eso también.

Ari rió bajito y le entregó el batido dejando un besito en la frente-Claro, cariño, es tuyo. Ve a sentarte, ya llevó lo demás.

Sam le hizo caso y se dio media vuelta para caminar hasta el sillón con el vaso en su boca degustando el sabor del batido, pues el mueble era más cómodo que las sillas de la mesa.
Estaba por llegar pero no contó con que sus piernas fallaran y cayera al piso de rodillas manchando el suelo con la bebida.

Abril salió corriendo de la cocina al escuchar el estruendo, lo primero que vio fue a la omega tirada en el piso y la bebida desparrama por doquier. La alfa la observó con los ojos bien abiertos y cuando apenas cruzaron miradas... Samantha empezó a llorar.

-No, no llores, cosita-Se acercó a la omega y la tomó en brazos levantándolo del suelo-¿Te duelen las rodillas?-La omega asintió con la cabeza escondida en el cuello ajeno mientras lloraba debido al dolor.

La alfa rodeó la mancha del batido del suelo y depositó a la omega en el sillón, ésta no quería soltarse del cuello de la alfa por nada y lloriqueó más cuando ésta intentó separarse.

-Alfa... n-no-Sollozó.

-No me voy a ir a ningún lado, pequeña-La calmó secándole las lágrimas-Tengo que limpiar esto y luego te haré otro batido, ¿bien?

La omega asintió y se soltó de la alfa, Ari no tardó tanto en limpiar el desastre agradeciendo que el vaso no se haya roto en mil pedazos porque eso sí pudo lastimar gravemente a la omega. Hizo otro batido y luego fue por una pomada para los raspones de sus rodillas, solo que hubo un pequeño problema... se había olvidado del supresor.

Rivers estuvo pegada a ella durante todo el día pidiendo mimos y caricias en su cabello, Ari sentía que se iba a desmayar de la ternura.

Sam jamás era así de cariñosa con ella a pesar de ser su mejor amiga, normalmente la ojimarrón era la más cariñosa de las dos, cuando la abrazaba la omega la apartaba mientras se quejaba, pero ahora tenerla sentada en su regazo apunto de dormirse en su hombro era algo que nunca pensó que pasaría.

-Es mucho para mi corazoncito-Murmuró mientras observaba como poco a poco la omega se iba durmiendo en su hombro.

Cuidando a Samantha Rivera (RivAri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora