Capítulo único

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Lo habían soltado, los hombres crueles dejaron su brazo libre y le apuntaron con un arma. Lo pateaban para que se levantase, o eso suponía él. "Arriba, mierda, corre y saca a tu animal de una puta vez".

No hablaban su idioma, podía entender por algunos contextos; sin embargo, ellos se enojaban cuando él no podía seguirles el hilo.

Una vez de pie él no perdió el tiempo y comenzó a correr, se oían disparos, pedazos de tierra saltaban a su costado mientras intentaba seguir otro camino que no fuera recto. Iban a matarlo; estaban jugando con él. Trató con todas sus fuerzas transformarse, llamó a su animal desde adentro, deseó saber cómo, deseó haber prestado más atención a las lecciones de sus padres, deseó haber apreciado su animal.

Llevaba días soportando golpes y gritos que no lograba entender, molestias inexplicables y situaciones que lo incomodaban al máximo.En su camino vio un cobertizo que parecía abandonado, entrar era la única opción, tal vez desde ahí encontraría una piedra o un pedazo de madera grande para pelear, tal vez podría esconderse de los hombres y vivir ahí hasta que pudiera encontrar una salida. Si se escondía lo suficientemente bien ellos no lo encontrarían y lo dejarían en paz, de todas formas ese lugar daba miedo.La puerta estaba con candado, así que solo se metió por lo que parecía un agujero mediano que estaba a un lado de la entrada cuando lo divisó. Su cuerpo cabía apenas, los rasguños valieron la pena una vez estuvo dentro. Ahora esos hombres no podrían pasar aunque quisieran; su suerte era envidiable.O eso creyó cuando una respiración pesada y húmeda se posó en su nuca. Volteó rápidamente, captando un par de ojos color rojo que asustaban, no eran como los de su madre; estos daban miedo de verdad."Yo no recuerdo que me hayan avisado que la comida de hoy estaría viva." La voz gruesa, baja y rasposa que pegó en su cara congeló cada hueso de su cuerpo. Era un Lobo enorme, un cuerpo colosal que lo superaba en tamaño.Los dientes de este estaban tan cerca de su cara que no bastaba más que abrir la boca para engullirlo, estaba seguro de que podría; sus dientes eran grandes, atravesarían su piel y rasgarían la carne tierna hasta los huesos y luego jugaría con estos."Y-Yo... no quería molestar." Por primera vez desde que el muchacho tenía memoria, su mirada bajó hasta sus pies. Aceptando que esto ya no estaba a su alcance, extrañando lo que al parecer había perdido por una discusión que no valía la pena.Si tan solo no hubiera corrido lejos de su mamá, tendría que haber escuchado a su padre cuando este le decía que no debía alejarse. Todo era su culpa."No me entiendes, ¿verdad? Debes ser uno de los nuevos extranjeros..." el hombre carraspeó entendiendo que tal vez estaba muy oxidado en ese idioma "¿Poder entenderme?"La mirada esperanzada del menor no dudó en subir a los ojos sangrientos que lo miraban. Demasiado emocionado como estaba por encontrar a alguien que hablara como él, su miedo se desvaneció con la brisa de la noche."¿Puede hablar como yo, señor?""Estoy un poco viejo en el tema. Hace mucho amigo dejó de hablar conmigo así." Aunque el hombre hablara como tonto, él lo entendía y eso era todo lo que valía.El menor sonrió, "¿Esta es su casa, señor?" "Jaula." Corrigió "¿Saber qué pasa niño?", el hombre se alejó "¿Cuál ser tu animal espiritual?" El menor tocó su brazo, zona donde estaba grabado su tatuaje, el de su especie. Se supone que su alma estaba enlazada a un conejo, pero él aún no lograba la transformación voluntaria.A falta de respuesta, el mayor observó con detenimiento al niño, no parecía ser mayor de 10, con una complexión pequeña, un cabello revoltoso rubio y una voz demasiado aguda. Una presa; tenía todos los signos, no de cualquier tipo, era una presa pequeña.Animales que se venden. "¿ellos vieron tu animal?", el pequeño negó con la cabeza y el lobo se sentó para cambiar, su pelaje parecía ser absorbido por su piel, mientras en las paredes resonaban sonidos como estallidos agudos y deslizamientos húmedos que procedían del cuerpo del cambiaformas. Sus huesos redistribuyéndose y volviéndose a formar después de quebrarse.Tan pronto como el ruido se apaciguó, un hombre de mediana edad tomó lugar completamente desnudo frente al niño. "¿como llegar aquí?""Ellos me estaban persiguiendo, llevan mucho tiempo golpeándome, no sé por qué, yo solo quiero ir a mi casa." El pequeño rubio cubrió su rostro con sus manitos antes de comenzar a sollozar sin poder contener más su angustia, el hombre había escuchado esas palabras tantas veces antes que su corazón se estrujó de pena al ver cómo la historia se repetiría.Tal vez podría hacerle un favor, tal vez la vida del niño sería mejor si no acumulara tantos recuerdos malos, tal vez sería mejor que todo acabara cuando en su mente aún estuvieran frescos los recuerdos con su familia, no podían confiar en que su próximo dueño fuera bueno con él."Niño, venir aquí, yo no golpearte." El pequeño tomó una bocanada de aire antes de dejar el escondite que sus manos le proporcionaban y miró al humano que antes había sido un lobo grande. Ya no parecía tan peligroso, el cambiaformas adoptaba una figura imponente, más no intimidante, con sus hombros caídos y su sonrisa cálida, parecía un hombre cansado, como su papá después de llegar del trabajo. Se acercó a este y vio cómo extendía los brazos para un abrazo, uno al que él casi saltó para corresponder, algo tan banal, pero necesario como era un consuelo de alguien que podría protegerlo.Estaba tan cálido a pesar de la noche, parecía que los lobos tenían calefacción incluida en su cuerpo, aun si no estaban en su forma animal. "¿Cuánto tiempo llevar sin tus padres?", el pequeño sintió las manos del hombre extendiéndose por su barbilla y la parte superior de su cabeza."Una semana." Susurró, miró a los ojos al adulto cuando este, aun con sus manos sujetándolo, lo alejó un poco de su cuerpo."No debes tener miedo, ya no habrá nada que temer." No entendió las palabras del cambiaformas, pero no tuvo mucho tiempo para procesar el contexto cuando las manos movieron su cabeza.El lobo volvió a tomar su forma animal para eliminar todo rastro del niño. No había comido hacía una semana gracias a que un león le había robado la victoria en su último combate, la carne le daría las fuerzas suficientes para ganar el próximo. Honraría su memoria viviendo un día más para asegurarse de que su sacrificio no fuera en vano.Mientras la noche avanzaba, el lobo se acurrucó en la oscuridad, sus pensamientos divididos entre la necesidad de sobrevivir y el dolor de lo que acababa de hacer. El recuerdo de la calidez y la esperanza en los ojos del niño lo perseguiría, un recordatorio de la brutalidad y la fragilidad de la vida en su mundo salvaje, buscando amparo en la idea de que le había evitado al pequeño seguir viviendo en él.

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