Era sábado por lo que me encontraba en mi dulce hogar descansado de esta semana agobiada, no había vuelto a dirigir palabra con el rubio mucho menos por mensaje. Es como si solamente no existiéramos para uno del otro lo cual no lo culpo, no tenemos mucho en si para preocuparnos.
No tenía mucho que hacer el día de hoy, me dedicaría a limpiar el departamento y si me quedaban energías iría a alguna cafetería que esté cercana, siendo una zona más o menos buena hay demasiadas cafeterías, son tantas que me faltarían dedos para contarlas pero hay una en específico que me agrada; esta suele presentar música en vivo en fines de semanas, no del tipo escandalosa más bien seria tranquila, instrumental muy entretenido.
Había terminado de limpiar toda esquina del departamento, tome una ducha fresquita, una vez terminando me coloqué una pijama para posterior descansar en mi cama viendo que habría de interesante en el celular.
Cheque la hora 7:31pm ¿tanto había pasado? Con un poco de pereza me levante de la cama y observé mi armario para ver qué podría usar para ir a la cafetería.
Me decidí por un pantalón gris holgado, un suéter de cuello de tortuga beige de igual forma quedaba un poco holgado sin parecer asfixiante. Cepille mi cabello dejándolo recogido, tome mi bolso y antes de salir me coloque mis Adidas con estampado de leopardo para hacerle juego e ir más cómoda. Camine hasta la cafetería que está a unos 10 minutos de mi hogar. Entre a esta haciendo sonar la característica campanita que avisaba la llegada de alguien nuevo. Me acerqué a la barra y pedí mi bebida de siempre, una chai de especias a las rocas y me di el gusto de pedir un acompañamiento; una rebanada de pastel de fresas. Pague y me fui a sentar a una mesa para dos ya que no había individuales. Pareciera que llegue a la hora correcta puesto que las personas que tocarían hoy estaban terminando de colocar sus instrumentos, me emocioné un poco y empecé a observar a mi alrededor. Era un lugar pequeño con decoraciones rústicas, de apoco el establecimiento comenzó a llenarse, mi pedido llego a mi mesa y le agradecí al chico. Las luces del lugar bajaron su luminosidad dando a entender que iba a empezar la ambientación.
Empezaron con una melodía muy linda y fácilmente pude reconocerla.
"Mi corazón palpita con tu encuentro
Obsesionado por volverte a ver
Pendiente de ti se agita, perdido en mis adentros"Jamás me podría arrepentir de a ver decidido venir, la estaba pasando espectacular. Cada letra, cada sonido me llegaba al fondo de mi ser, haciéndome disfrutar aún más de la noche.
Noté como el chico que anteriormente había traído mi pedido dejaba una taza de café negro en mi mesa, confundida voltee a verlo pero en vez de ver al chico noté al rubio con lentes mirándome sorprendido.
— Vaya coincidencia.- mencionó con una ligera sonrisa. Asentí en respuesta y voltee hacia atrás comprobando si venía el solo o acompañado. — Si estabas esperando a alguien más puedo moverme, no tengo problema.- dijo con un tono un poco serio. Bipolar.
— Lo siento, no intentaba correrte.- mencione tomando un trago de mi bebida. — Me sorprende que tomaras asiento al lado de esta chica tan tramposa.- comenté burlona y este sonrió.
— Decidí darte una segunda oportunidad, resulta que si me agrado tu servicio.- sonrió provocándome un ligero sonrojo, agradezco que las luces se encontraran bajas y pudieran esconder el color de mi rostro. Le observe, realmente era guapo, ojos dorados, cabello ligeramente ondulado y de un rubio cenizo, facciones finas y un poco malhumorado; totalmente mi tipo.
— Te lo agradezco, estaba realmente preocupada por eso.- dije sonriéndole. — ¿Que te trae aquí, también eres fanático del jazz?.- pregunté y este asintió.
— Es muy relajante, suelo venir aquí de vez en cuando.
— ¿enserio? Nunca te había visto, yo igual suelo venir.- comenté. — Tal vez nos habíamos topado pero no prestamos atención.- sugerí pues es normal no prestar atención a todas las personas que se encontraban en el mismo lugar que tú.
— No, nunca te había visto por acá.- desechó mi idea en segundos.
Seguimos prestando atención al grupo frente a nosotros, disfrutando de un par de canciones más.
— He entrado en conflicto.- dije de repente llamando su atención. — tú sabes mi nombre pero yo no el tuyo, no te presentaste como es debido.- reproche. Tenía entendido que su apellido era Tsukishima pero hasta ahí.
— Tsukishima Kei.- Kei me gusta como suena.
— Kei,- murmure. — ¿Puedo llamarte así?.- pregunté. A lo mejor no somos cercanos pero es más fácil llamarle así. — Y tú puedes decirme Gi, como todos los demás me dicen, cuando me llaman por mi nombre siento como si me fueran a reprochar algo.
— No me molesta, así que no tengo problema... Gi.- contesto y no pude evitar sonreír.
Era realmente agradable pasar tiempo con el, aunque sea una persona provocativa en sentido de hacerte molestar podrías pasar un gran rato con el conversando de cualquier cosa.
— Oye Kei.- lo llame y este volteó a verme. — ¿toda tu vida haz jugado al volley?.- pregunté y asintió en respuesta. — Realmente lo haces bien, intimidas mucho con esos bloqueos.
— De niño me gustaba jugarlo pero cuando entré a la preparatoria le perdí sentido y solamente jugaba por jugar, sin esperar ni dar mucho.- puse total atención a lo que decía. — Varios del equipo en el que estaba eran.- callo y negó. — son muy apasionados.- afirmó finalmente con una pequeña sonrisa. — no entendía muy bien el porqué apasionarse tanto solamente por un equipo de preparatoria, con cada partido que jugábamos entendía un poco de esa pasión que cargaban, hasta que empecé a disfrutarlo y actualmente juego profesionalmente podría decir que esa pasión me impulsó a seguir.- suspiro.
— Wow, debe sentirse genial hacer algo que te apasiona desde niño.- alague.
— ¿Tu no practicas alguna actividad?.- pregunto y negué.
— Soy muy aburrida, no tengo ni condición física ni tanta creatividad... pero me defiendo.- hable segura y este asintió.
Tristemente el grupo había terminado su función, ambos nos levantamos del lugar en donde estábamos, agradecimos la noche a los chicos que trabajan ahí y salimos del local.
— ¿Vives muy lejos de aquí?.- pregunto el rubio y negué. — Vamos, te llevo a casa.- dicho eso me hizo un movimiento con su mano dándome a entender que lo siguiera, confundida fui detrás de él hasta que llegamos a un auto de auto negro.
— ¿vives lejos de aquí?.- pregunté una vez dentro del carro. — para venirte en carro debes vivir lejos ¿no?.- negó.
— Vivo a unos 10 minutos en carro, si me venía caminando me iba a cansar ¿no crees?.- dijo burlón.
— Pues eres deportista, tu deberíamos decirme.- comenté burlona.
El camino era silencioso, sin nada de música solo mi voz dándole las indicaciones de mi departamento que en auto llegábamos en 5 minutos.
— De saber que vives tan cerca te dejaba caminando.- soltó una risilla y voltee a verlo ofendida.
— No te pedí que me trajeras eh, grosero
— Es broma, tranquila. - dijo. — Te veo después doctora Gi.- asentí. Le agradecí por haberme traído y baje del auto.