U N O

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      En la vibrante metrópolis de Seúl, en el piso catorce del imponente edificio número diecisiete cuarenta y uno, se encontraba el epicentro de las operaciones de las empresas JEON. Una compañía de renombre mundial, cuyos intereses se extienden desde el ámbito político hasta la industria de la moda. En el corazón de este edificio, la oficina principal estaba adornada con una decoración moderna, donde los tonos oscuros predominaban, desde matices grises hasta el negro más profundo. En su interior, dos hombres permanecían en un silencio completo, con miradas desafiantes y alertas ante cualquier movimiento del otro. Ambos estaban separados por un imponente escritorio de caoba negra.

El sonido de un leve crujido llenó la habitación cuando Min Yoongi giró su silla hacia los ventanales, los cuales ofrecían una impresionante vista de la ciudad. Este se retiró la chaqueta de su exclusivo y costoso traje hecho a la medida tirando de ella en algún lugar de su propia oficina y estrujo sus oscuros cabellos en un intento de sentir comodidad ante el estrés. Encima del escritorio de madera yacía lo que más le causaba estrés, una imagen, la foto de Min JiMin su esposo omega, la persona que más amaba junto a otro alfa.

— ¿Cuándo fue tomada la última imagen? — cuestionó exasperado.

El hombre le miró con una sonrisa triunfante y respondió. — Hace dos semanas en Busan. — 

Min se giró sobre sus talones y lo miró fijamente — ¿Cuánto deseas? — 

— 10 mil millones de wones. — Respondió aun con una sonrisa. 

— ¿Qué dirías si te ofreciera un millón americano si me traes el nombre de esa persona? — ofreció. Mirando como el hombre al otro lado de la caoba se levantaba de su asiento y le ofrecía su mano. Una gran sonrisa se pintó en su rostro y luego tomó la mano del otro moviéndola de arriba a abajo. 

Tarde noche luego de un día completo de estrés y resoluciones su boca estaba siendo invadida por un delicioso sabor dulce y grasoso que provocaba la carne en su boca. En su plato a medio comer lucía la mitad de un delicioso filete junto a un delicioso majado de papa, todo hecho por su esposo omega. Quien se encontraba a su lado con su propio plato de comida.

Usualmente escuchamos de las comunes cenas entre parejas donde estas personas enamoradas hablan sobre su día o recuerdan alguna anécdota del pasado; muy contrario al silencio que caracteriza el comedor de este hogar. Un cómodo silencio para ellos.

— Discúlpame. — dijo el omega levantándose y dirigiéndose a la cocina con su plato ya vacío. El alfa lo imitó a pesar que aún tenía comida en su plato. 

En la cocina el omega se encargaba de lavar los trastes mientras era observado fijamente por el alfa. El omega cansado de la actitud de su esposo se lavó las manos y lo encaró. — ¿Ocurre algo? —

—No. — respondió secamente.

— Entonces, ¿por qué me miras tanto? — le dijo serio encarrandolo . 

— Es san valentín y no puedo admirar a mi omega...— la carcajada fingida del omega lo interrumpió. El contrario se giró sobre sus talones y continuó su tarea de lavar trastes ignorándolo.

El alfa sintió una clara molestia al ver tal actitud de su esposo. Miró a su alrededor con frustración, buscando algo que pudiera apaciguar su enojo, y esa fue su mayor equivocación. En una de las mesas decorativas del pasillo, reposaban unas hermosas rosas rojas en un elegante jarrón de mármol, flores que él no había obsequiado. y se les quedó atento mirándolas con odio.

El omega al terminar observó al alfa aun atento a las hermosas flores del pasillo con mirada feroz como si quisiera destruir las y reconoció que a este le sucedía algo. Cuando el omega se disponía a preguntar el alfa interrumpió.

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⏰ Última actualización: Jun 08 ⏰

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