8 3 0
                                    

Febrero de 2017


Para:

Un corazón encerrado a fuego.


Aquí estoy, escribiéndote una cohibida carta en la que te narro mis emociones y sentimientos más abisales del ser que soy, como una niña que se siente confundida por su primer amor. Por encima de mis temores e inseguridades, por encima de lo prohibido, de lo racional; de toda estadística.

Porque supongo que ya va siendo hora.

Una única vez más, aquí estoy.

Quien te habla ahora no es la persona que conoces, esa que crees entender. No soy la mujer que ves todos los días, riendo o llorando, hablando o estando simplemente ahí, de pie, cuando estamos todos en el parque contando batallitas de la semana. 

Soy lo más profundo de ella, su esencia. Soy su sinceridad y seguridad; su deseo más palpable. Su locura, su ansia y su valentía. Sin miedo a que alguien más pueda tomar mi lugar, sin miedo a una negación de tu orgullo.

Soy lo que una vez te enamoraste, lo que añoras, lo que necesitas, por lo que vuelves a mis brazos después de un solitario viaje. Porque soy esa casa a la que necesitas volver, soy esas alas que te arropan y curan tus heridas. Te dejas aprisionar una única vez más por mi mirada, porque quieres que vuelva a atraparte como la primera vez.

Y ahora yo voy a hablarte a ti. Estoy en busca de esa esencia de la que yo misma me enamoré, de la que sigo y de la que nunca olvidaré; por las primeras veces nunca se olvidan, y tu fuiste mi primer todo.

Tú, tan complejo y a la vez tan simple. Tú, que ahora eres un agujero negro. Abarcas todo lo malo y no lo dejas salir de tu interior, destruyéndote a ti mismo. Tú, tan similar a una estrella a punto de estallar, que brilla con luz cegadora y muere al mismo tiempo, esperando el momento de ser una nebulosa hermosa de la que nazcan diminutas pero perfectas estrellas que decoren la belleza de su mundo.

Deseo acercarme con paso cauteloso a tu pozo eterno para entregarte mi blanca mano y ayudarte a salir. Pero tan herida está ya tu mano por pensar que escogerías caminos incorrectos, que ahora piensas de un modo falso sobre lo que pueda pasar. Crees que soltaré, que no tendré la suficiente fuerza para aguantar y ayudarte a caminar. Yo te prometo que esta vez el camino estará lleno de rosas sin espinas, pero tu te quedas en tu agujero negro, con miedo de que mis palabras se las lleve el viento y que las mismas queden enredadas en las púas del pasado.

Quizá cuando me hablaste estabas seguro de lo que decías, de tu decisión. En cambio, mi sensación al ver tus ojos turbios y tus manos temblar fue de que intentas convencerte a ti mismo de ello.

Y aunque seas tan férreo, tan gallardo, tan decidido ahora a los ojos de los demás, oculto en esa coraza ya dañada, yo sé tan bien como tu mismo como eres y qué temes. 

Has dado tanto sin recibir nada que ahora estás débil. Has tomado malas decisiones sin saberlo, dañando sin quererlo. No confías, no ríes, no te arriesgas a buscar tu felicidad. 

Dime, amor. Son las tres de la mañana y ya no puedo dormir. Sigo buscando por los rincones de los recuerdos tu alegría. ¿A caso el ángel caído que eras ya se ha convertido en un demonio?

Quiero saber... si realmente quieres que me marche. Si tus palabras fueron sinceras, ciertas y seguras, me marcharé para no volver jamás; pero te aferras a mi muñeca inconscientemente a la espera de que te convenza de algo tan real y perdido de ti mismo como el mismo Plutón.

Las alas no vuelan si no las desatas, cielo.

Y ahora que ya sé lo que ocurre en tu mundo oscuro, lleno de monstruos y alfileres de los que estás rodeado, te diré una única vez más que yo lucharé si me das la espada, te protegeré si me das el escudo y te cuidaré si me das la gasa.

Te amaré así tanto como nos prometimos, sólo si tu recuerdas cómo lo hicimos. En cuerpo y alma, sin nadie a nuestro alrededor. Loco y único, así como se hacía antaño.

Soy una romántica perdida en un mundo demasiado real.

El amor es una droga que te consume poco a poco pero que se siente tan bien al ser tomada... Vivir un poco anestesiado no es malo, no si tu mundo cambia a mejor. Yo me enamoré de ti sin saberlo, sin darme cuenta hasta que era demasiado tarde como para olvidarte. Apareciste de repente, tan diferente, y te apoderaste de mis musas, de mi sueño y de mis pensamientos. 

Me diste tanto que fuiste grabado a fuego en mí. Tatuaste mi piel con tus dedos, embriagaste mis sentidos con tu aroma y perdí mi conciencia en tu boca.

Escribimos un libro, una historia ideal digna de estar entre uno de los clásicos en la literatura romántica. Me niego a creer que dicho libro se quede sin su final merecido. Pero temo. Temo que en realidad ese libro se quede a medio escribir, olvidado en la estantería de los pensamientos y que nuestros caminos se separen en líneas paralelas para no volverse a cruzar nunca más; jugando así con el destino.

Ahora estoy hundida en este mar rosado como una sirena en busca del pirata que prometió volver años después de su partida al horrendo océano.

¿Volverás a mi canto? ¿Confiarás en mi nave?

Vecino mío, ¿ves esa nueva nebulosa en la que nos podemos convertir?


De: 

Una llave con el ala rota.


Amor En Cuatro LenguasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora