Capítulo 9: Pisando tierras sureñas

11 2 0
                                    

La investigadora habló con el bardo antes de que este se fuera, aceptando lo ofrecido y también inquiriendo más de la historia que les contó. Resultaba que Eric no entendía bien las diferencias entre monstruos, confundiendo las estriges con arpías, por ello muchas cosas que les mencionó no cuadraban. Además, los cazadores y sus perros fueron los que en segunda instancia les robaron, pero como no sonaba heroico se había inventado gran parte de la historia. Quería verse como un valiente bardo yendo por lana, aunque saliendo trasquilado. También conversaron acerca de las canciones y Tiffany le pidió que no usara sus nombres y que al final podía ser solo una, que se la cantara a todos antes de irse, para que la recordaran.

Por otra parte, Taeyeon había salido con más heridas de gravedad que el resto del equipo. Cuando llegaron al pueblo, la llevaron al monje quien curó sus heridas internas, las quemaduras en su cuerpo las trató con algunas plantas medicinales para que los tejidos se recuperaran y su sanación llevaría unos días. Ella había perdido el conocimiento y por el dolor tardó en comprender su situación.

"Mi hermano estaba preocupado por ella sabes, le envié una carta contándole lo que pasó y ya quería tomarse unos días y venir a verla. Parece que realmente le importa" comentó Frederic a Tiffany, quien no estaba de acuerdo con que viniera "Agradezco su preocupación, pero fue mi culpa, así que yo debo hacerme cargo" el pescador le dio unas palmaditas en su hombro "Se lo mencioné en la misma carta, y luego en otra, al final no puede venir, así que solo le queda saber que estará bien" ella apretó sus dientes y respiró profundo. En realidad, estaba agradecida con la familia Navis, las habían recibido bien y ayudado, solo quedaba que Taeyeon se pudiera mover para finalmente irse de allí y seguir su misión.

"¿Qué dices que dijiste?" la cazatesoros estaba sentada en la cama mirando a la chica después que el monje les había dado el alta "Que debemos irnos pronto, necesitamos llegar a Suzhou" "No, lo otro" Tiffany resopló "Que Eric mintió, pero no de mala persona" Taeyeon soltó una larga exhalación y luego masajeó sus sienes "Ok, ¿y por qué lo hizo entonces?" "Ego" "Ah... que bien, por el ego de un bardo casi los calcino a todos" la investigadora miró directamente a la joven "Sabes que eso sí fue tu culpa y no la del ego de Eric" "Sí, puede ser" Taeyeon bajó la vista "¿Cómo están Orson y Frederic?" "Bien, todas las heridas superficiales las trató el monje Rabten, no fue tanto como lo tuyo" "¿Te lastimé?" preguntó Taeyeon mirándola avergonzada y con culpabilidad, Tiffany negó "A decir verdad, quién te lastimó fui yo" "¿Cómo es eso?" "Luché contra ti, y como maga superior que soy, te gané... simple" la cazatesoros frunció el ceño, la arrogancia de su compañera le indignaba a veces "Lamento que hicieras algo que no querías y que explotaras de ese modo. Tendré más cuidado de ahora en adelante" la joven miraba sus manos, mientras la cazatesoros miraba al exterior a través de la ventana "Descuida, sé que eres imprudente, y bueno, ahora sabes que estallo con facilidad" "Eres como un volcán" "Sí, bueno, ya pasó... ¿recibiste algo del bardo?" Tiffany la miró extrañada y sonrió "Sí, 700 kopek y bajé a una canción, sin nuestros nombres eso sí".

La comida le había sentado de maravilla, por fin, tenía alimento sólido en su estomago y sentía más energía, ya podía moverse bien y eso significaba partir al reino del sur. Así que tocaba la hora de despedirse de sus nuevos contactos.

El viaje a Limes transcurrió con rapidez, pasaron a alojar a una posada y comprar algunas cosas, al día siguiente ya irían rumbo al límite y luego a las tierras sureñas, eso vendría con un cambio de temporada, es decir, días más frío y lluviosos.

"¿Terminaste de enviar tu correo?" preguntó Tiffany con un poncho y la capucha puesta, estaba lloviznando "Sí, debía contarles a mis padres lo sucedido" "Pero vi dos cartas" "La otra era para la academia" "¿Para Ludovic?" "No" la cazatesoros se puso la capucha y ambas salieron al camino, era el último puesto de correo antes de entrar al límite "Si viste las dos cartas, lo más bien podrías haber visto los destinatarios" "No soy tan... desubicada" "¿Y tú por qué no enviaste nada?" "Porque ya lo hice en Baleana" las chicas siguieron caminando hacia el puesto de guardias, debían pasar a pie, ya que otro medio no se permitía a menos que fueran comerciantes o tuvieran un acompañante esperándolas "Es un kilómetro de caminata y luego encontraran puesto de caballería y carruajes para ir a la capital" ambas asintieron, el guardia miró sus credenciales "Pueden pasar" "Gracias" las chicas pasaron el muro y empezaron a caminar en silencio.

Crónicas de AlborDonde viven las historias. Descúbrelo ahora