୧ Quien diría que Emmeline, una chica tan bonita y privilegiada, se terminaría enamorando del sucio y friki Munson.
Lastimosamente eso en su vida estaba
prohibido.
En la vida de Emme...
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Me sentía muy feliz, demasiado feliz. Era el día de entrega de boleta de calificaciones y sabía que en todas había salido bien, pues había estudiado mucho y confiaba en mi.
No había visto a Eddie en todo el día y eso me ponía triste. No supe de él ni siquiera en la hora del almuerzo y mucho menos a la hora de entrega de calificaciones.
Mis padres habían salido de viaje y Steve estaba trabajando, por lo que nadie pudo acompañarme a la conferencia ni nada.
— Hey, Em. - Molly se acercó a mi. — ¿Donde están tus padres?
— De viaje. - Hice una mueca.
— Hola, señoritas. - Emerson se acercó a nosotras. — ¿Ya abriste tu sobre, Em?
— No, aún no. Lo haré en cuanto llegue a mi casa, supongo. - Sonreí. — ¿Has visto a Munson? Supe que si vino a clases, pero como hoy no nos tocaba clase juntos, no pude verlo ni en la hora del almuerzo.
— Solo tomó su sobre y se fue a su casa. Estuvo muy nervioso toda la mañana, ya sabes por las calificaciones.
— ¿Habrá salido mal?
— No lo se, no quiso hablar conmigo.
— ¿Que tiene que ver Eddie? - Pregunto Molly.
Emerson y yo nos miramos. — Nada. - Dijimos al mismo tiempo.
— Yo debería irme, tengo muchas cosas por hacer. - Dije. — Los veo después, chicos. - Les di un abrazo y salí casi corriendo del lugar.
Debía ir a buscar a Eddie, necesitaba saber que estaba bien y ayudarlo en caso de que la estuviera pasando mal.
Martín y el chofer ya me esperaban por lo que subí rápidamente al auto una vez Martín abrió la puerta.
— Iremos primero al parque de remolques. - Avisé a Martín.
El asintió y subí al asiento del copiloto y le comunicó al chofer.
Al llegar al parque de remolques, Martín bajo del auto y abrió la puerta para que yo pudiera bajar.
— La estaremos esperando en el auto, señorita.
— Gracias, Martín.
Me acerque a la puerta y toqué varias veces.
Eddie abrió la puerta. Yo me cubrí los ojos al verlo en calzoncillos solamente. Descubrí uno de mis ojos y sonreí.
— Emmy. - Eddie sonrió nerviosamente. — ¿Que haces aquí?
— Vine a verte. - Aclare mi garganta. — ¿Que haces casi desnudo?
— Estoy en mi casa y no esperaba a nadie. - Se encogió de hombros.
