Capítulo 16. Confusión interna

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*Ahora vuelves a interpretar el personaje de Takeo.*

Después de escuchar toda la historia de Seth, lo abrazas fuertemente mientras lloras.

—Takeo.—Él pronuncia tu nombre con una voz quebrada.

—Perdóname, en verdad perdóname. Yo... fui muy insensible contigo y te juzgué mal. Soy un imbécil.

—Claro que no, no sabías nada de eso. Era normal que pensaras cosas malas sobre mí.

—No es cierto. Ahora me doy cuenta de que eres una gran persona.—Miras sus ojos con una dulce y tierna sonrisa.—Eres... eres tan lindo. No solo por fuera, sino también por dentro.

—Takeo.—Él se emociona por tus palabras.—Harás que quiera hacerte el amor de nuevo.

—Entonces, ¿qué esperas? Házmelo.—Dices con un tono sugerente.

—Jeje, no, mejor no.

Haces pucheros.

—Takeo, no actúes como un niño.

—No seas así. Quiero que me cojas de nuevo.—Le suplicas.

—Oye, ¿en serio estás bien? Estás más caliente que de costumbre.

—¿Y no te gusta eso?

—Pues...

Pones tu mano de manera sensual sobre su miembro, y él suelta un gemido.

—¡Hah! Takeo, detente. Harás que pierda el control.

—Quiero que lo pierdas.

—No Takeo, olvídalo. Mejor hay que descansar.

—Yo no lo creo.

Te acuestas sobre Seth, y besas todo su cuerpo hasta llegar a su pelvis.

De inmediato pones tu boca sobre su pene, lo agarras y usas tu lengua para recorrer toda su virilidad. Cuando tu lengua toca la punta de su miembro, Seth suelta un fuerte gemido.

—¡Aah! Takeo, por favor, detente.

—¿Por qué? Si logré conseguir que se te parara.

—Hablo en serio. Para.

—Vamos, no seas aburrido. A mí también se me acaba de parar.

Seth te mira reflejando en sus ojos un deseo incontrolable.

—Entonces móntate sobre mi verga.

Te sientas sobre él, y metes su pene en tu trasero, haciendo que grites.

—¡Ay cielos! Se siente más profundo en esta posición.

—¿Qué pasó? ¿Ya no quieres seguir?—Te reta él.

—¿Y quién lo dice? Claro que voy a seguir. Es más, te dejaré muy agotado.

—Eso quiero verlo.

Con absoluta seguridad, comienzas a mecerte sobre Seth.

—¡Aaah! Siento que me va a atravesar el cuerpo.

—Descuida, eso no pasará. Solo sigue moviéndote.

Sigues moviéndote con más rapidez mientras tu cuerpo se estremece. Seth pone su mano en uno de tus pezones y lo pellizca, haciendo que grites.

—¡Ay! ¡Seth! No hagas eso.

—Perdón, no pude contenerme.

—¡Haa! Creo que... ya no puedo seguir.

—Vamos, solo aguanta un poco más.

Mi eterno rivalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora