Capítulo 2

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El Sol entraba por la ventana y le daba a los ojos, aun así, seguía profundamente dormida. La saliva que salía de su boca resbalaba por su mentón hacia las almohadas, hubiera seguido durmiendo si no fuera porque su hermana mayor abrió la puerta abruptamente haciéndola despertar pegando un saltito en su lugar.

–Sí, justo como cuando eras una cachorra de 5 años llorando por una tormenta, hermanita.

–Tsuyu, no digas esas cosas –Izuku, una omega peliverde y pecosa, se levantó del piso mientras se limpiaba la saliva – ¿Sabes qué hora es?

–Sólo tienes que saber que vas media hora tarde.

– ¿Qué? –Izuku salió corriendo hacia el comedor mientras se ponía sus zapatos con dificultad, Tsuyu simplemente fue caminando de manera tranquila hacia la cocina donde había dejado calentando el agua para el té.

–Hola, papá –saludó Izuku de manera agitada a su papá.

–Hola, Izu ¿vas tarde?

– ¿Yo, tarde? No, nunca –Yagi alzó una ceja mientras miraba a su cachorra –Bueno, puede ser...

–Sí va tarde –dijo Tsuyu con la cabeza asomada desde la cocina.

–Pero ya me voy, Tsuyu –reclamó al mismo tiempo que abrazaba a su padre –regreso luego, pa. Brindaré honor a la familia y te sentirás orgulloso, te lo prometo.

–Lo sé, confío en ti –Yagi despejó un poco de cabello de su frente y le dio un pequeño beso. Enseguida Izuku salió corriendo de la propiedad mientras trataba de arreglarse un poco el cabello.

Sus vecinos la saludaban y le deseaban suerte ya que todos en el pueblo sabían que ese día ella sería evaluada por la casamentera. 

Todos sabían que le iría muy bien, no por nada ella era la omega más codiciada de la aldea y la más guardada en casa celosamente por Yagi, no quería que nadie le pusiera un sólo dedo a su preciosa hija omega.

Porque sí, a pesar de tener una madre beta y un padre alfa, ella nació omega.

–Mamá, abuela Chiyo, ya llegué –Izuku fue jalada por su madre y abuela mientras era desvestida por ellas y algunas ayudantes que trabajaban ahí, un lugar exclusivamente para preparar omegas y betas femeninas para eventos especiales

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–Mamá, abuela Chiyo, ya llegué –Izuku fue jalada por su madre y abuela mientras era desvestida por ellas y algunas ayudantes que trabajaban ahí, un lugar exclusivamente para preparar omegas y betas femeninas para eventos especiales.

–Hasta que llegas, niña ¿por qué tardaste tanto?

–Ayer me quedé dormida recordando todos los títulos de papá ¡Ah, está fría! –Una cubeta de agua fría fue vaciada en ella para luego entrar a una tina con agua jabonosa a una temperatura más fría todavía.

–En mis tiempos nos bañábamos con el agua del río y nos hacían aprendernos los títulos de 5 generaciones arriba de nosotros, no sé de qué se quejan los jóvenes actuales –dijo Chiyo empezando a tallarle la cabeza a su nieta con las uñas, aunque más que limpiarle el cabello parecía querer arrancarle el cuero cabelludo.

El soldado de las montañasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora