Capítulo 1

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Las calles de la ciudad se extendían frente a ella como un laberinto oscuro y cruel. Cada rincón, cada callejón, cada esquina escondía historias de desesperación y penuria. Era allí, en ese escenario desolado, donde la protagonista luchaba por sobrevivir a duras penas.

Era una joven de aspecto frágil y desnutrida, su cuerpo delgado y bajo para sus 18 años, siendo el resultado de años de privaciones. Su rostro mostraba cicatrices invisibles, pero evidentes en su mirada desconfiada y en la dureza de su actitud. Aparentaba ser una adolescente, pero su vida había forzado su madurez prematura.

La joven conocía el hambre como una sombra constante que la perseguía día y noche. Sus ropas desgastadas y harapientas eran su única protección contra el frío y la indiferencia del mundo que la rodeaba. Sabía que no podía permitirse la debilidad, que cualquier signo de vulnerabilidad sería aprovechado por aquellos dispuestos a arrebatarle lo poco que tenía.

Caminaba entre las sombras de la gran ciudad, moviéndose con agilidad y sigilo. Sus pasos eran casi imperceptibles, como si quisiera fundirse con la oscuridad que la rodeaba. La callejuela mugrienta en la que vivía era su refugio, su santuario de supervivencia. Una habitación pequeña y desolada que apenas le daba respiro, pero que era su único hogar en aquel barrio deprivado.

Nyx, que era así como se hacía llamar, se había vuelto invisible para el mundo, una sombra más entre las muchas que habitaban las calles. Había aprendido a valerse por sí misma, a robar lo necesario para subsistir. Cada noche se convertía en una aventurera clandestina, deslizándose por las calles en busca de una oportunidad de sobrevivir un día más.

Pero bajo esa fachada de dureza y desconfianza, latía un corazón sensible y vulnerable. Había tenido que enfrentar situaciones difíciles, desde agresiones hasta abusos sexuales. Estas experiencias habían dejado cicatrices en su alma, convirtiéndola en una joven desconfiada de cualquier gesto amable o mano extendida.

Y esa noche no iba a ser diferente, esa noche vendería su cuerpo por unas monedas, no tenía más opciones, si no pagaba el alquiler, acabaría durmiendo en las calles. Se acerco a una de las calles que ella conocía muy bien, allí había más chicas, se paseaban arriba y abajo con ropa mínima, enseñando demasiado en una noche tan fría.

Nyx era distinta, ella vestía una chaqueta deshilachada dos tallas más grande, con unos vaqueros desgastados y unas zapatillas deportivas envejecidas, era la poca ropa que ella tenía, pero para este fin no necesitaba ser como las demás mujeres, la diferencia radicaba en que ella aparentaba ser una niña de unos 15 o 16 años, y eso a muchos depravados con dinero les encantaba.

No era algo que ella acostumbrara ha hacer, pero si lo había hecho en anteriores ocasiones, en el fondo lo odiaba, se había encontrado con hombres detestables, pero alguna que otra vez había obtenido tanto dinero que podía pagarse dos meses de alquiler, y eso era sobrevivir.

Una furgoneta desconocida se paró delante de ella, tenía las ventanas tintadas, la ventanilla de delante se bajó y un hombre con barba con una sonrisa de lado a lado inquietó a Nyx.

-Hola preciosa, ¿Vienes con nosotros?- Dijo sin más y de repente la puerta lateral se abrió estrepitosamente y dos personas aparecieron el capo de visión de la joven.

Vale, esto no tenía buena pinta, pensó, y sin decir nada se dio la vuelta llena de pánico acelerando el paso en dirección contraria. Dobló una esquina y se encontró con un callejón sin salida. Estaba atrapada. Los hombres se había bajado de la furgoneta y se acercaban a ella, con una sonrisa.

- ¿Qué te pasa, bonita?, ¿no quieres ganarte el sueldo? -dijo el más mayor, un tipo gordo y calvo, que le agarró el brazo con fuerza.

- Suéltame, cerdo -gritó intentando zafarse.

- No seas grosera, cariño. Te vamos a llevar a un lugar muy bonito, donde te van a tratar como a una reina -dijo el señor, con ironía.

- Déjame en paz, o te arrepentirás -dijo Nyx, sacando una navaja de su bolsillo.

- ¿Qué vas a hacer con eso, eh? ¿Crees que nos asustas? -dijo, riendo. Luego, le arrebató la navaja y la tiró al suelo. - Eres una niña tonta que necesita una lección. Y nosotros te la vamos a dar -dijo, mientras la arrastraba hacia una furgoneta que estaba aparcada al final del callejón.

La joven se resistió con todas sus fuerzas, pero era inútil. Los hombres eran más fuertes y numerosos que ella. La metieron en la furgoneta y cerraron las puertas. Nyx se quedó a oscuras, rodeada de sus captores, que la manoseaban y la ataban. Sintió un escalofrío de terror. Sabía que iba a morir.

EmeraldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora