27 de febrero de 2005
Decidí realizar un reportaje acerca de los sintecho ubicados en el Asilo Asenjo, que llevaba seis años cerrado. El edificio está rodeado por un muro de unos 3 metros de alto, accesible desde una entrada al sur y norte para vehículos y peatones. El exterior no tiene mucha descripción, tratándose solo de un suelo de cemento con líneas pintadas en blanco para el aparcamiento de vehículos del personal del asilo y visitas familiares. Se pueden ver contenedores, una garita de guardia junto a cada entrada, una puerta metálica que lleva a los cuadros eléctricos del edificio y, evidentemente, la vista del edificio en sí.
El edificio está compuesto por cinco plantas más la planta baja. La arquitectura responde a una mezcla de épocas. Hablamos que la planta baja se edificó en 1905 y fundado como asilo por el doctor y psiquiatra Jorge Asenjo. Fachada de ladrillo rebosante de ventanas y cargada de detalles. No se puede decir lo mismo de las demás plantas. Desde 1969 a 1974 se produjeron obras en el edificio, llegando a la composición que conocemos hoy día, dejando una fachada más pareja a lo que vemos por la calle: paredes pintadas en cal, ventanas pequeñas en las habitaciones para los pacientes, cristaleras amplias para los despachos y demás salas del personal.
Nada más verme, los sintecho sintieron curiosidad por mi persona. Les expliqué mi porqué de estar allí y pedí pasar un tiempo con ellos, a lo cual accedieron gustosamente. Llegaron en 2001 y, desde entonces, no han querido moverse de allí. Dicen que el sitio ofrece todo lo que necesitan. Este asilo se encuentra en mitad de un bosque, al norte de Castilla y León. Está bastante profundo y alejado de cualquier población, totalmente olvidado e ignorado pues nadie ha reclamado nada desde su clausura. Los que lo usan ahora como lugar para vivir se encontraron la puerta principal cerrada (las entradas en el muro estaban abiertas). Sin embargo, dicen que con suerte encontraron la llave (cuando me dijeron esto el sintecho me guiñó un ojo dando a entender que la puerta fue abierta por la fuerza).
Todos ellos fueron muy amables conmigo, me contaron sus historias, cómo acabaron aquí, sus trucos y triquiñuelas para subsistir. Aparentemente, el edificio sigue contando con luz y agua, pero apenas le dan uso. Me contaron que el asilo formaba parte de un acuerdo especial firmado hace muchos años con el Estado por el que se estipulaba que estaba exento de pago. No obstante, y "por no querer agitar mucho el avispero" (palabras de uno de ellos), no han querido hacer uso de nada salvo para casos excepcionales. Del bosque podían extraer todo lo necesario para sobrevivir: madera para hacer fuego, agua de lluvia para lavarse y animales que cazar o pescar del riachuelo más cercano para alimentarse.
Pasé al interior del edificio. Me encontré la planta baja, zona dormitorio de todos los residentes. Aquí pude encontrar tirados por el suelo colchones, sillones, mesas, sillas y un pequeño pero intenso fuego. En cuanto al edificio había baños, máquinas de refrescos y aperitivos (ya vacías), escalera de acceso a los pisos superiores, recepción, cafetería, cuarto de limpieza y un mapa del edificio. Nada más entrar, a la izquierda encontrabas un pasillo con algunos sintecho, sentados en el mobiliario. El pasillo terminaba con los baños y cuarto de limpieza en el lateral derecho. El lateral izquierdo estaba lleno de ventanas que daban al exterior. El pasillo derecho lo conformaba la recepción, máquinas de aperitivos y cafetería a la izquierda. Más ventanas a mano derecha.
Justo al frente, unas escaleras que daban a los pisos superiores. A la izquierda de la escalera había una puerta que llevaba al sótano y otra que, por lo que ponía en la placa, daba a las celdas.
La conversación con los sintecho no fue muy fructífera, así que decidí subir e inspeccionar las plantas superiores con objeto de conocer la vida de los sintecho que pudieran estar arriba. Entonces alguien me detuvo.
— ¡Eh, eh, eh! ¿Dónde va?
Pensé entonces que les había enfadado. Era la voz de un hombre, de bastante edad.
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SUEÑO
TerrorEl periodista David Campos narra los acontecimientos ocurridos durante su investigación en el Asilo Asenjo, en un bosque perdido del norte de España. Aunque el papel principal del periodista era el de realizar un artículo acerca de los sintecho que...