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—¡Hyung! —exclamó el pelinegro en cuanto enfocó bien la vista y divisó a los dos jóvenes que se encontraban detrás de su madre.

Jungkook sintió de repente ganas de echarse a llorar; estaba tan sentimental. Seokjin y Yoongi habían venido a su cumpleaños. Realmente se sentía feliz. 

«¡Yoongi!», chilló internamente Jungkook.

Él estaba ahí, como había prometido.

El de cabello rubio platinado sonrió ampliamente, dejando ver su sonrisa brillante y el destello espeluznante en sus ojos oscuros. Abrió los brazos para recibir a un Jungkook lleno de euforia en un abrazo fuerte y acogedor, un abrazo que ambos habían esperado mucho tiempo.

Jungkook había crecido rápido, o al menos así le parecía al príncipe Min. El paso del tiempo había convertido al pelinegro en un adulto alto, fuerte y corpulento, pero con ese rostro angelical e inocente que siempre había sido la debilidad del mayor.

Jungkook era jodidamente hermoso, talentoso, inocente y perfecto ante los ojos de Min Yoongi, y eso siempre fue, es y será así.

Ambos sentían que su corazón se les saldría del pecho de pura felicidad.

Había pasado mucho tiempo desde la última vez que se habían visto, prácticamente dos años; el mismo tiempo que Jungkook había cumplido con su deber como soldado del servicio militar del sur.

Se habían enviado cartas, detalles y cosas similares en ocasiones especiales o cada vez que el pelinegro podía recibir paquetes de mensajería, pero tenerlo cerca, abrazarlo y sentir su aroma cítrico de nuevo era un regalo incomparable.

Min Yoongi sentía que encajaba tan bien con Jeon Jungkook. Ambos lo sentían. Ambos lo sabían.

Estaban tan ensimismados en ese momento, con el beso cariñoso que Yoongi depositó en la mejilla de Jungkook, las manos del mayor apretando la pequeña cintura del menor en un abrazo, y ese "Hola, mi pequeño Kookie" susurrado por el príncipe Min en la oreja del menor.

No se dieron cuenta de lo que sucedía a su alrededor hasta que Jimin habló.

—Jungkook... —llamó el rubio bajito al cumpleañero.

El menor rompió el cálido abrazo con Yoongi, muy a su pesar, para mirar a Jimin.

—También estamos aquí, Jung —dijo Hoseok.

El menor soltó una pequeña risa, pasando la mirada a cada uno de sus amigos, deteniéndola en el mas alto de todos. 

—Qué mala educación la de no saludar a todos por igual, ¿eh?—se oyó la grave voz de Seokjin. — No creo que sea muy al estilo militar saludar de abrazos.

Jungkook se sonrojó. Él solo se había centrado en Yoongi al verlos, y es que ¿cómo no hacerlo? Había esperado con ansias ese encuentro, ese abrazo, ese saludo y esa caricia en forma de beso en su mejilla.

—Oh, hyung, qué vergüenza, ¿cómo está? —sonrió apenado y estrechó en un cálido abrazo a SeokJin.

—No mejor que tú, ¿eh? Estás grande, Jungkookie —respondió Seokjin. El menor se sonrojó aún más y asintió.

El principe Jeon miró a Jimin y a sus otros dos amigos, carraspeando la garganta.

—Yoongi hyung y Seokjin hyung —los llamó—, ellos son mis amigos: Park Jimin, Park Hoseok y Kim Taehyung.

—Oh... ¿son los príncipes de Dinastía, no? —Yoongi estrechó la mano de cada uno de los chicos—. Soy Min Yoongi, príncipe de Sonagi.

—¿Quién no conoce al príncipe Min? Mucho gusto, Hoseok —sonrió el rubio más alto. Miró al mayor de todos ellos e igualmente sonrió ampliamente—. Soy Park Ho...

Hijo de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora