Capítulo 4: Entre el miedo y la confianza

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Un día más, no iba a librarse de Akuna

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Un día más, no iba a librarse de Akuna. Incluso Urabe seguía distante y silencioso desde el día anterior; era evidente que no le había hecho gracia que Nika mencionara a su nuevo amigo. Su amistad con Takasugi se había fortalecido tanto que Nika anhelaba volver a verlo y hablar con él. ¿No hay mejor manera de olvidar ese infierno que conversar con alguien en quien confiar? La respuesta era clara y concisa. Aunque, su mayor deseo era incluir en esa lista de supuestos amigos a Hajime. No podía negar que pensar tanto en él dejaba en evidencia los sentimientos que comenzaban a surgir dentro de ella.

Nika disfrutaba de su soledad en la hora del almuerzo, comiendo lo que su padre le había preparado y escondida de sus acosadoras. Entre bocados de comida, su mente acumulaba los pensamientos y las emociones que sentía en torno a ese chico.

<< ¿Por qué no puedo dejar de pensar en él? >> Se preguntaba mientras alzaba la mirada hacia el cielo despejado. << No es solo por lo que me dijo ayer. Es algo más... >>

Nika dio un mordisco al sándwich, sin dejar de lado sus dudas.

<< ¿Será por la personalidad de Hajime? >> Nika miró por unos segundos el contenido del sándwich. << Sé que no puedo ignorar estos sentimientos. Y quizás, solo quizás, eso significa algo. >>

Nika finalizó su almuerzo, convencida de la tranquilidad que respiraba en ese preciso instante. Le había venido bien escapar de esas chicas que tanto la molestaban, incluso del propio Urabe. Sin embargo, su paz se vino abajo cuando las vio a lo lejos. Nika se levantó del banco en el que se encontraba sentada en el patio y, con sigilo se escabulló entre los rincones del edificio, buscando un refugio más seguro que aquel.

Nika se deslizó entre las sombras de los árboles del jardín trasero del colegio, los cuales ofrecían un escondite improvisado. Desesperada de su huida, se apoyó contra el tronco de un árbol, cerró los ojos por un momento y trató de calmar su respiración acelerada. Sentía en ese instante una presión en su pecho, mientras los latidos de su propio corazón hacían eco en sus oídos.

¿En algún momento la dejarán en paz? ¿Algún día podrá respirar?

Se dejó caer al suelo, mientras una lágrima recorría su mejilla y se abrazó a sí misma, observando las sombras de las ramas de los árboles moverse con la brisa. La tranquilidad del lugar ofrecía un momento de respiro, un breve escape de la pesadilla que siempre la acompañaba, aunque fuera por un momento.

En ese preciso instante, el murmullo de unas voces cercanas se acercaba a la ubicación en la que se encontraba. Nika, con cautela, se asomó desde detrás del tronco del árbol y las distinguió. Ellas, conscientes de que estaba ahí, no dudaron en acercarse hacia su dirección con semblantes burlones en sus rostros.

Ella no supo cómo reaccionar, quedando paralizada y sin poder levantarse de donde estaba sentada. Cuando Akuna se quedó frente a ella con una perversa sonrisa en los labios, Nika bajó la cabeza, esperando que pasara lo que debería pasar. Y sabía que iba a recibir una tanda de burlas. 

Nika Marsa: Resplandor en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora