¿A dónde va el alma del ser humano cuando éste muere?
Es una de las tantas preguntas frecuentes que, en esas noches de insomnio, atacan a mi cabeza como si fueran proyectiles. Y la verdad es que yo no tengo respuesta a esta pregunta y dudo que alguien en el mundo las sepa.
Pero si realmente se va a un lugar en específico, me gustaría que fuera en la naturaleza, rodeada de árboles de todo tipo, frutales y no frutales, flores, muchas flores, ¡Oh mis queridas girasoles!. También un riachuelo de aguas cristalinas con una pequeña cascada. El brillante sol de una mañana de mayo y el magnífico olor tan peculiar de la naturaleza misma. ¡Oh! nada sería más reconfortante que un atardecer de esos donde el cielo se tiñe de diferentes tonalidades en un campo lleno de girasoles, rosas, tulipanes, orquídeas y todo tipo de flores.
Ya que estamos, aparte del girasol, mi flor favorita es la orquídea Cattleya. Es un aflora tan peculiar y hermosa a la vez que enamora a primera vista. Es única en su especie y tan delicada pero hermosa a la vez.
Me gusta observar a los colibríes asentarse sobre los pétalos de las rosas mientras recogen el néctar, es un placer visual tan hermoso.
Adoro los atardeceres bonitos, cuando el cielo azul recibe tonos grises, naranjas, rosaditos ¡Es precioso!, la cantidad de colores que armoniosamente se difuminan entre sí y brindan este placer visual tan inmenso, está paz mental pero a la vez, esta melancolía que cargas en tu interior. Es hermosamente triste.
*~Escritos de una loca soñadora~* 📚🦋🤍
*NATH VARGAS*
