03: Wonwoo

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—Muévete.

—Vete a la mierda, —se quejó Mingyu somnoliento. Le clavé la rodilla en el culo.

—Ay. —Se dio la vuelta, aplastándome bajo su considerable volumen.

—Bájate. —Traté de empujarlo, pero doscientas veinte libras de peso muerto no eran fáciles de mover.

—Vuelve a dormir. Es temprano.

—Lo haría, pero un imbécil está encima de mí.

Se dejó caer de nuevo en su lado de la cama. —¿Feliz?

—Lo estaría si no hubieras decidido dormir como una estrella de mar anoche. —Me apoyé en mi codo y lo miré—. Eres un acaparador de cama.

—Lo dices como si fuera noticia. —Se dio la vuelta para quedar boca arriba y se pasó una mano por la cara—. ¿Qué hora es?

—Las siete. Es hora de levantar ese culo.

—Te odio. —Se tapó la cara con la almohada.

—No, odias al entrenador. —Tiré de la almohada de él y lo golpeé con ella. No fue duro, pero lo suficiente como para ser molesto.

Mingyu no era una persona madrugadora, lo cual era gracioso, considerando lo temprano que comenzaban los entrenamientos de nuestro equipo. Refunfuñaba y hacía pucheros y se tomaba todo su tiempo cada vez que tenía que levantarse antes de las diez de la mañana, que era esencialmente todos los días fuera de las vacaciones.

—Eres lo peor. —Intentó agarrar la almohada, pero la tiré a los pies de la cama.

—Tú me amas de todos modos.

—No tengo idea de por qué. —Cerró los ojos y respiró hondo—. Ve a la ducha.

Estaré levantado para cuando hayas terminado.

—Dices eso cada vez que te despierto, desagradecido.

—Y tal vez algún día realmente lo haga. —Sonrió adormilado, con los ojos aún cerrados.

—Bien. Pero te arrojaré un vaso de agua fría a la cara si no estás despierto cuando regrese.

Murmuró algo ininteligible.

Mi cama estaba dispuesta de modo que un lado estuviera contra la pared. A mí no me importaba estar en espacios cerrados, mientras que Mingyu era claustrofóbico, así que cuando se quedaba a dormir, yo siempre dormía junto a la pared.

Eso significaba que la única manera de levantarme de la cama era pasar por encima de él.

—Diez minutos, —le advertí y rodé sobre él.

—Ugh. —Gruñó—. Eres un imbécil.

—Y tú eres un dormilón. —Me senté y pasé las piernas por el costado de la cama—.Diez minutos.

—Da igual, —murmuró e intentó golpearme. Sus ojos aún estaban cerrados, por lo que todo lo que logró hacer fue golpear el aire.

Riendo, me levanté de la cama y me estiré. Teníamos entrenamiento de equipo a las ocho de la mañana el sábado y el domingo durante el año escolar. El entrenador sabía que ordenarnos que nos mantuviéramos sobrios era inútil, y no quería tener que enviar a la banca o expulsar a los jugadores por romper las reglas.

La solución fueron los entrenamientos temprano en la mañana. Se aseguraba de que no nos emborracháramos estúpidamente, y pagáramos las consecuencias si lo hacíamos. Nada apestaba más que ir al gimnasio con resaca, especialmente con los programas en los que el entrenador nos tenía.

NHEB [Meanie || Minwon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora