Capítulo III

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Oscuridad, lagrimas, enojo, frustración.... ¿hablamos de Michael? Para nada.

Quizas era un niño y todo eso, pero habia mucha ira dentro de él. Queria simplemente despertar de ese maldito coma, ir y apuñalar a su hermano mayor. Evan Garret Afton. Estaba en el muro entre la vida y la muerte. No estaba muerto, pero tampoco se consideraba que estuviera vivo.

¿Realmente valia la pena todo? ¿Valdria la pena despertar? ¿O la muerte seria la mejor opción? Evan se sentia confundido. Pero a la vez, lleno de rencor e ira. Pero no era tonto, claro que no. Sabia que la muerte era la salida facil y rapida. Pero no lo haria. No volveria a ser tan cobarde... Nunca más. Desde él primer instante, juro que si despertaba, no volveria a ser "el pequeño y asutadizo Evan." Ya no mas.

Confio demasiado en Michael, ¿habia resultado bien? Claro que no lo habia hecho. Nada le impedia despertar, y nada le impedía morir. Pero él decidió respirar hondo y calmarse un poco. Sabia que tomaria la peor decisión si el odio y la ira decidian por él. Asi que decidió usar la cabeza. Podia escuchar los llantos de Michael cada cierto tiempo. Le daba satisfacción, no lo negaria. Escuchar a una persona arrepentirse de tal manera despues de tantos años de abuso y acoso, era satisfactorio. Pero al final del día, su mente todavia tenia algo que lo hacia un humano. Empatia basica.

Despues de calmarse y pensar bien, decidió quedarse unos dias, quizás meses asi. No muy pocos, pero tampoco tantos al punto de que lo desconectaran o tan siquiera lo pensaran. Sabia que Michael sufriria, lloraria y se sentiria culpable viendo como no despertaba por aquella estupida broma que decidió hacerle justo en su cumpleaños. La simple idea de que Michael sufriera tanto por si mismo era simplemente satisfactoria.

-"Ahora lo se. Ahora se por qué me molestabas diario. Mañana, tarde y noche. Ahora que eres tu quien llora. Es realmente divertido, hermanito."

En su rostro habia una sonrisa maliciosa. Sabia que nunca nadie podria escucharlo. Pues sus palabras eran pensamientos. La realidad era que se encontraba dentro de su propia mente. Solo él podia escuchar lo que decia, nunca nadie podria saber lo que alguna vez dijo estando dentro de su mente. ¿Quién pensaria que un niño tan ingenuo e inocente como lo era Evan en realidad tendria pensamientos tan sádicos?

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Bajo la lluvia, en la fria noche, un adolescente se encontraba corriendo a su casa. Las lágrimas caian de sus ojos y rodaban por sus mejillas. Una duda seguia aturdiendo su mente, incluso mas fuerte que antes.

¿Por qué?

Hacia un poco mas de media hora, habia salido de su casa. El dia estaba nublado. Pensaba confrontar a sus "amigos."
Primero decidio ir a casa de Frederick, pero la casa estaba vacia y con un cartel anunciando que se vendia. Luego, fue a casa de Mark, pero solo se encontró con alguna familia sin demaciada relevancia. Y para terminar, fue a casa de Simon, siempre fueron bastaste unidos, asi que esperaba que nada saliera demasiado mal.

Tocó la puerta, esperó, y nadie mas y nadie menos que Simon le abrió la puerta.

-"¿Qué haces aqui, Afton?"

Habló con frialdad en su voz. Pareciendo desinteresado.

-"Yo... Vengo porque..."

Respiró hondo, se armó de valor y finalmente soltó todo.

-"¡Vengo porque tu tambien estuviste involucrado en el incidente, tambien es tu culpa y no es justo que yo cargue con toda la culpa, las miradas y las críticas de todos!"

Ambos se quedaron en un silencio incomodo. Michael se sentía muy nervioso, no sabia cual seria la reacción de Simon. No sabia si le gritaria y le cerraria la puerta en la cara, no sabia si le responderia de manera positiva aceptando y admitiendo que tambien era culpable, no sabia si huiria, no sabia...

-"Lo se. Quizas tengo parte de la culpa, ¿pero sabes algo? Toda la culpa, las miradas y las criticas caen sobre ti porque Evan es TÚ hermano. Se suponia que tú, como su hermano mayor tenias que cuidarlo. Ahi esta tu maldita respuesta. Ahora, dejame en paz y ni siquiera intentes volver a contactarme."

Michael se quedo en silencio. Las palabras de Simon realmente le llegaron al corazón y le dolieron profundamente. La primera reacción de Michael fue darle una bofetada al otro adolescente.

-"¡¿Sabes algo?! ¡No te necesito! Esperaba que me respondieras de manera positiva porque te conozco desde los siete años, SIETE. ¡Estuve para ti cuando mas lo necesitaste! Maldita sea, ¡incluso llegue a enamorarme de ti, Simon! Pero por lo que veo, no eres mas que un imbecil cobarde..."

Antes de que Simon pudiera dar respuesta alguna, Michael salió corriendo. Habia perdido mucho tiempo en querer no estar solo en todo el asunto. Su casa estaba alejada de la de Simon. Del cielo empezaron a caer gotas, tenia que correr, no queria mojarse. Eran las seis y media de la tarde, hora en la cual las calles estaban sin mucha gente. Las lagrimas empezaron a formarse en sus ojos, pero rápidamente las secó con la manga de su sueter y siguió corriendo.

Le dolió. Le dolió que al que consideraba su mejor amigo de toda la vida simple y sencillamente lo hubiera abandonado y dejado solo en una situación tan difícil como lo era esta. Le dolió, sabia que habia sido ingenuo, pero a su vez, sabia que su ingenuidad habia sido causada porque no queria tener que afrontar todo solo como siempre lo hacia. Y aunque no lo admitiera en voz alta, le dolia estar solo. No solo en esto. En general, le dolía sentirse siempre tan solo...

Era horriblemente doloroso. No solo la sensación de soledad dentro de él. Sino también la sensación de no sentirse amado ni siquiera por sus padres. Era una sensación de abandono y soledad que hacia que su corazón doliera. Nunca lo admitiría, pero por dentro y en el fondo, era muy sensible. Pero no le gustaba que los demas lo supieran. Porque dentro de la crianza que le dio su padre "los verdaderos hombres no lloran".

"Una mentirita blanca"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora