-¡Espera!-golpeo con el bastón retráctil a estos estudiantes. Sin misericordia alguna.
Los golpeaba ya que era un duelo de pandilleros, 1 contra 5. Esto cada vez divertía al ver a todos ellos en el suelo. Para asegurarme, les pateaba la cabeza para que no se volvieran a levantar, realmente me estaba superando a mi mismo, recibí algunos golpes, pero no son nada.
-Espero que está sea la última vez que nos veamos.-les digo mientras guardo mi arma en el bolsillo de mi chaqueta que estaba dentro de esta.
-"Pelirrojo sanguinario..."-
-La basura no habla.-lo pateo para que se duerma.
Ser un pandillero y sentirte poderoso... te da una sensación que nadie puede describir. Un estudiante de secundaria conocido como el "Pelirrojo sanguinario" fue el apodo que comencé a dar a ciertas pandillas.
Me metía en peleas y en varias, a veces llevaban a ser muchos más, pero salía victorioso con mi bastón retráctil. Además de haberme teñido el cabello de un color rojo, muy rojo para poder ser conocido de esta manera. Del negro que tenía, solo están las cejas de color negro, no quedaba nada más. También otra cosa por la cual me conocen, es que aquellos que son líderes de ciertas pandillas, les robo los pantalones... para poder humillarlos aún más. A veces me he encontrado con ropa interior con corazones y tomarles fotos para que no piensen seguirme, porque si lo hacen, la vergüenza será muy publica.
-Creo que ahora debería cambiar de arma... una Manopla podría servir.-me dije mientras estaba de camino a casa. -Sería divertido.-
Había llegado a casa y solo al entrar y avisar, mi madre me ve. La preocupación estaba a la vista, las preguntas típicas me las hizo, colocarme parches era lo que venía después. No le dije nada, solo que tuve una caída y me fui a mi cuarto.
Lo menos que quería era preocuparla, pero lo hice y no es la primera vez que me ve herido. Siempre le digo la misma excusa, después viene mi padre y solo le digo que no tuve ninguna pelea o lo que sea. Era siempre lo mismo... solo... quiero desahogarme de una manera tan genial como esta, con la violencia.
Otro día más en mis peleas de siempre, esta vez... tenía mi Manopla en mi mano izquierda, esta vez era de un líder con su grupo, los cuales no fueron nada para mí, me golpeaban, pero con el bastón les daba por si acaso, verlos como sangran, ver el terror en sus ojos, era algo que me encantaba de todo esto.
Llegar a donde el líder y que vea que traigo a uno de los tipos que se veía fuerte derrotado por mí, solo era una muestra de todo lo que soy. Ahora tocaba él, su inseguridad estaba a la vista mía, ver como iba temblando poco a poco, ya sabía lo que se le venía.
Me acerque con mis dos armas, con la mano izquierda, lo golpeo en el cuerpo. Este de inmediato trata de contratacar, pero con mi bastón lo golpeo en su brazo y comienzo a dañarlo con mayor severidad. Una serie de ataques le iban llegando, me estaba divirtiendo en esto esto, era lo maravilloso de esto, ver a todos derrotados y ver como tiemblan de miedo, ver la sangre de ellos en tus manos, sentirte el poderoso de este lugar... da una satisfacción tremenda.
-Otro líder menos.- Me alejo al ver que todo había terminado, veo que nadie podía responder, estaban todos inconscientes, sangrando y muy mal heridos, quizás tengan que estar en un hospital. -Ya me divertí lo suficiente.- Murmuraba. -Creo que iré a otro puesto.-
Al recuperarme, no dudé en buscar más peleas con otras pandillas. Más y más, al punto que toda mi secundaria se basaba en eso, pero hacía que todo esto sea más humillante para los de mayor edad, los que iban en preparatoria, les quitaba sus pantalones para humillarlos aún más de lo que estaban. Tirar los pantalones a la basura, reírme y hasta tomar el dinero que ellos no iban a ocupar, era mi premio por todas esas victorias que tuve.

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Reflejo de un primer amor
RomanceRen, un adolescente que pasó la peor perdida de su vida a una temprana edad, perder a su amiga de la infancia, el amor de su vida, Lina, quien falleció de Leucemia. Para poder desahogarse, usó la violencia volviéndose un pandillero muy temido, pero...