El principio de una amistad inesperada

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Dos compañeros que nunca se habían cruzado, Ciro y Walter, se encontraron siendo compañeros de banco por una disposición aleatoria del profesor. Este encuentro marcó el inicio de una amistad singular. Ciro, con su carácter reservado y una pasión oculta por la poesía, contrastaba con la personalidad extrovertida y deportista de Walter. Sin embargo, algo en aquel primer encuentro, lleno de presentaciones tímidas y un intercambio cauteloso de palabras, insinuaba que los opuestos podrían, en efecto, atraerse. Al par de días, mientras estaban en una clase de lengua, Ciro no entendió las figuras retóricas, este decidido a superar su incomprensión, Ciro esperó a que terminara la clase para abordar a Walter. Le explicó, con una mezcla de frustración y esperanza, cómo las explicaciones del profesor habían resonado en su mente sin encontrar asidero. Walter, con una paciencia que parecía inagotable, escuchó atentamente antes de proponerse investigar juntos el tema.

La biblioteca del colegio fue testigo de su dedicación esa tarde. Walter, con una claridad y método impresionantes, comenzó a desglosar la información, punto por punto, utilizando ejemplos cotidianos para ilustrar cada figura retórica. Ciro, inicialmente escéptico, empezó a ver destellos de comprensión entre los ejemplos que Walter ponía ante él.

-Piénsalo como un juego de escondite, donde las palabras se ocultan y, al mismo tiempo, revelan sus significados más profundos- explicaba Walter, con un entusiasmo contagioso.

Finalmente, como si las nubes se hubieran disipado dejando ver el cielo claro, Ciro experimentó un momento de profunda comprensión. No solo había entendido la lección de clase, sino que también había aprendido algo invaluable sobre la paciencia y la importancia de pedir ayuda. Agradeció a Walter, no solo por su ayuda sino por la lección de humildad y la importancia de la comunicación efectiva.

Esa tarde, Ciro y Walter comenzaron a comprenderse mejor. Descubrieron que detrás de cada letra que escribían, había una historia, una pasión y un sueño que compartían: el amor por la literatura. Esta revelación suavizó sus aristas y les permitió ver más allá de sus prejuicios iniciales. La colaboración no solo les mostró las posibilidades infinitas que surgen al combinar sus talentos, sino que también plantó la semilla de una amistad naciente. Los días siguientes fueron testigos de la transformación de su relación. Ciro y Walter se convirtieron en compañeros frecuentes, discutiendo sobre escritura, técnicas y hasta compartiendo escenario en eventos locales. Su escritura, ahora enriquecida por su diversidad y respeto mutuo, resonaba con una nueva profundidad, una que solo podía haber nacido de la compleja sinergia entre dos almas.

Un amigo que nunca fallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora