𝑅𝑖𝑛𝑎𝑠𝑐𝑖𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜 [𝑂𝑖𝑘𝑎𝑤𝑎 𝑇𝑜𝑜𝑟𝑢]

Chapter Zero: Clown

「⁰🏐━ ❝Vaya, no sabía que en los club de voleibol jugaban payasos.❞ 」

「🧪⛸️ 」

Uno más, uno más, ¡Uno más!

Un loop más y el premio sería mío, y un loop más y llevaré la copa a casa.

Corrí lo más rápido que pude, atravesé toda la pista en un tiempo record y puse toda mi concentración en la pista y no fuera de ella, donde se encontraba él. Cerré los ojos ante los focos y suspiré antes de empezar a correr y justo en el centro salté e hice un loop triple, pero fracasé.

Al aterrizar en el frió hielo mi cuchilla no se aferró a este y se desestabilizó, provocando que, en un intento desesperado de mantenerme en pie, mi rodilla se saliera. Sentí un agudo dolor en la rodilla, era insoportable y para cuando el hueso atravesó la piel yo ya me encontraba en el hielo tumbada, gritando de dolor mientras la inercia de mi cuerpo hacía que aún me arrastrara por el hielo. Sin darme cuenta llegué a una esquina de la pista, a más velocidad de la que me hubiera gustado, provocando que al chocar contra la pared de la pista mi cabeza impactara, y entonces, dejé de sentir.

Abrí los ojos lentamente mientras que de mala gana me acostumbraba a los rayos del sol que entraban por la ventana del aula. Otra vez se repetía ese recuerdo. Siempre ocurría, cada vez que cerraba los ojos ocurría. Era como si mi conciencia no quisiera dejarme olvidar todo aquello, olvidar el día que mis sueños se hicieron añicos.

Me levanté lentamente del asiento y miré a mi alrededor, el aula estaba completamente vacia.

Suspiré y estiré mi chaqueta antes de salir de la clase. Habían pasado un par de días desde que llegué aquí y todo iba bastante normal. No había hecho amigos, y sinceramente, tampoco me hacían falta. Sin embargo; tenía que unirme a un club, y dado que no se me está permitido hacer deporte me apuntaría como manager de voleibol, al menos ahí sería útil.

Caminé por los amplios pasillos hasta dar con el aula del chico que me guiaría y presentaría al equipo de voleibol. Mi interacción con el chico ha sido mínima, ya que apenas habla pero ha sido bastante amable al aceptar ayudar a una novata como yo.

—Buenas tardes, Iwaizumi.–Dije yo inclinando ligeramente mi espalda.

—Buenas tardes, Kuroo.–El castaño me devolvió el saludo de forma agradable.

La conversación fue breve y no duró mucho, por lo que todo el camino hacia el pabellón fue silencioso, pero no era un silencio incómodo, era de esos silencios agradables con los que te sentías cómoda.