Muerta o Viva

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El temor y la repulsión me paralizaron aún más y un frío intenso me recorrió la espina dorsal. Encorvado, agazapado, de pelo lacio corto dejando ver sus facciones, un tic nervioso instalado en su ojo verde. Me impresionaron las manos sobre mi cama aferradas a mis Sabanas, saltando al tiempo en el que yo me hundía en el catre.

El se despojo de su camisa de dormir, de su mono de piyama antes de entrar en el catre donde chirriaron los alambres sueltos.

-Tengo que gritar o tengo que callar?

Apenas podía distinguir la piel macilenta olorosa a carburo y una pelambre hirsuta. Estoy tensa dominada por el terror, luego trastocandose en ansiedad y deseos incipientes por las mil noches inundadas de soledad.

El golpeteo en las sienes, los nervios en el estómago, el estallido en las venas aumentaban cada ves que sus manos recorrían mi cuerpo. Arriba-Abajo, Abajo-Arriba.

-No quiero esto-

Los ojos verdes se clavaron en mi ojo derecho ¿Deseo o no deseo ? Algo viscoso y maloliente moja sus encías antes de sumergirse en mi espiral vertiginosa; ni asfixia, ni ahogo, aun cuando aquella lengua se le enredaba en la campanilla impidiendo la respiración y el agitado cabalgar trasponiendo precipicios me quitara el aliento.

-Llego la hora mataré en inanición en volcán de tormenta-

En la oscuridad veo como se comienzan a mover las masas a perfilarse, veinte pares de ojos casi ciegos que espían y sorben los movimientos del catre, Arriba-Abajo, Abajo-Arriba

Lentamente se van acercando, moviéndose con sigilo, sin embargo algunas siluetas ya muestran signos de agitación, como si vieran una película pornográfica y cada uno se sintiera protagonista.

-Por qué no-

A un tiempo de encendieron las pasiones y se encendieron los deseos tapiados entre cuatro paredes, arrancándose los vestidos, a manotazos se arrancaban faldas y blusas, se desbotonaban unas a otras; atrás quedando el reguero de cobijas, trapos y demas prendas que cubrían sus cuerpos desdeñados, flacidos y nada agraciados.

No hacía falta nada de aquello, pues lo que estaba viviendo no lo quería, pero no podía rehuir del destino que me apremia.

El ejército ardoroso energía desnudo, los restos de senos y nalgas al aire libre, con la pasión desbordada instalada en cada vicera, la sed incandescente quemando las entradas y un pensamiento fijo calcinando me el cerebro, unirse como Angélica en el volcán de tormenta.

Observada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora