La vida a veces se nos complica y en la mía lo menos importante fueron mis dos intentos de suicidio.
Diremos que no tuve traumas en mi infancia, y que me iba muy bien en la vida. No quiero buscar la raíz del problema porque yo no la conozco tampoco, entonces hablemos del tronco; me hicieron creer que ser diferente era malo, yo que solo quería crecer como persona y disfrutar la única vida que me había sido otorgada con tanto esfuerzo, dicho sea de paso, y ellos se encargaban de asfixiar mis ilusiones, y no, no voy a mencionar nombres. La cigueña se equivocó de casa pero no de mamá, aunque ese sea un pensamiento actual y no el de la época en cuestión. Ella me cuidó sola, y le dijo a todos que me dejarán brillar, y creo que eso solo cambio porque conocimos a alguien que fue capaz de apagarnos a las dos. Parecía que salir a flote no estaba en nuestros planes, pero respirabamos y vivíamos porque yo me harté de no brillar y me eché purpurina yo sola (no literalmente). Al día de hoy sigo teniendo las misma ilusiones y sueños, pero esta vez no solo brillar es mi objetivo porque la experiencia me educó a usar la oscuridad a mi favor. Sin embargo mamá, que por si no se han dado cuenta, es lo que reconozco como el tronco en mi vida, pues ya no brilla tanto.
Y se preguntarán, que tiene que ver todo esto con las heridas que actualmente adornan mi cara?? Pues todo señores. ¿Que sería de una historia sin entender todos los personajes? Y si hay algo en común en todos los intentos de suicidio es que el problema no viene de raíz sino del tronco.