Amor en el siglo XXI

2 0 0
                                    


El amor hoy en día, ¿Qué es? Muchos dicen que es una sensación inexplicable que sentimos al estar con alguien; otros creen que es cuando una pareja lleva años y años juntos, eligiéndose día a día; uno que otro cursi, (que es aquel que es romántico sin pudor alguno) afirma que es obra del hilo rojo o el destino, los cuales nos llevan hacia el amor de nuestras vidas, nuestra alma gemela. Pero un grupo de jóvenes y adultos, que cada vez crece más, cree que es algo que está desapareciendo o que, directamente, ya siquiera existe, ¿Entonces qué es? En el presente ensayo, abordaremos sobre "esto" del amor en el siglo XXI, mencionando las distintas presentaciones que el mismo tiene hoy en día.

Comencemos hablando un poco de la obra La agonía del Eros (2014) escrita por Byung-Chul Han, un filósofo surcoreano-alemán, que explora el concepto de Eros en la sociedad contemporánea. En la obra, él argumenta que en la era digital y de la información, Eros está en decadencia. Este término se refiere a la pasión, el deseo y la búsqueda de la conexión con otras personas. El surcoreano sostiene que la sociedad moderna, que está marcada por el exceso de estímulos, la sobreexposición a la información y la obsesión por la auto exposición en las redes sociales, llevó a una disminución de la pasión y el deseo genuinos en las relaciones humanas. Donde las mismas solo son superficiales y buscando el placer, sin siquiera pensar en la pasión o el erotismo.

Teniendo como base este concepto de sociedad moderna, podemos comenzar afirmando que el amor dejó de ser como antes. El cual era pactado por las familias de los "enamorados" y no por ellos mismos. Lo podríamos ver hoy en día como algo forzado y simple, por así decirlo, porque las familias se encargaban de encontrar a quien sería nuestro ser amado toda nuestra vida, sin que movamos un dedo. Sin preguntar si nos gustaba o algo así. Este tipo de relaciones predominó todo el siglo XIX y muchos otros anteriores al mismo. Llegando al siglo XX, nos encontramos con una era donde el amor seguía teniendo ciertos aspectos un tanto cuestionables hoy en día. Como, por ejemplo, el mandato social, el cual llevaba a una gran parte de mujeres o incluso hombres a buscar parejas por conveniencia social o política. Forzándose a estar con personas que no querían, solamente para mantener su imagen o ser bien vistos. Aun así, no podemos pasar por alto que ese siglo rompió los patrones de los anteriores, debido a que aparecieron lo conocidos divorcios. Los cuales, principalmente, permitieron a las mujeres ser iguales a los hombres y poder decidir con quién querían estar o no. Curiosamente, ese siglo es conocido como el "siglo del sexo", por la libertad sexual que trajo a tanto mujeres como hombres en su vida privada. Pero cabe aclarar que solo era válido para relaciones heterosexuales y monogamias. Porque todo lo demás que no cumpliera ambos criterios, no era aceptado ni bien visto.

Si, suena más que absurdo y trillado pensar que así era el mundo hace no tanto, pero para nuestra suerte (o mala suerte) el amor, como todo en la vida, cambió. Dando lugar a una nueva era en donde no existen reglas ni normas, ni siquiera un otro. «Vivimos en una sociedad que se hace cada vez más narcisista» (Han, 2014) como afirma Han, ya no importa tanto con quien estemos, su sexo, cuánto tiempo o incluso si son más de uno. Se puede estar con quien uno desee, sin que nadie nos ponga un pero, porque, al fin y al cabo, solo importamos nosotros mismos. Así que la heterosexualidad y la monogamia dejaron de ser criterios y pasaron a ser una opción.

Siguiendo con estas ideas, es inevitable no hacer alusión al hecho de que ya no es necesario estar cara a cara con alguien para "amarlo", porque sí, estamos en la era de la virtualidad. Llegó incluso hasta el amor, creando así las famosas relaciones a distancia que se dan a kilómetros a través de pantallas. Muchos los ven como imposibles o como cualquier cosa, menos amor. El propio Han afirma que «A través de los medios digitales intentamos hoy acercar al otro tanto como sea posible, destruir la distancia frente a él, para establecer la cercanía. Pero con ello no tenemos nada del otro, sino que más bien lo hacemos desaparecer» (Han, 2014). Pocos podrán confirmar si es posible amar a distancia, pero los que viven este tipo de relaciones, afirman que logran amarse en la lejanía.

Una vez que logramos lidiar con la distancia y conseguimos la cercanía, tenemos que enfrentarnos a algo más, el futuro. Porque si, lo eterno ya no es algo aceptable o mejor dicho creíble. Empezaron a surgir los amores efímeros, que son los que vuelan como una hoja seca con el viento. En otras palabras, son los que duran instantes y solo buscan satisfacer el placer mutuo. «El amor, en la medida en que hoy no significa sino necesidad, satisfacción y placer...» (Han, 2014). Ya no existe un compromiso ni algo que nos obligue a estar con una persona siempre. Solo importa el desahogo sexual y el alivio momentáneo de la soledad. Inclusive existen aplicaciones que nos permiten "elegir con quien deseamos pasar el rato". ¿Conocer a alguien? ¿Para qué? Es perder tiempo. Si ya con un corazón o deslice hacia la derecha podemos decidir si tal nos gusta, por su físico o por los gustos que tiene y concordar una cita para tener sexo casual. Nos sirven en bandeja de plata a las personas como carne para que los degustemos. Con esto podríamos hacer una comparación brusca de estas apps, pero que presenta algo de verdad en sí, los burdeles. Suena incorrecto y hasta podría decir que demasiado exagerado, pero si lo pensamos bien, no es tan diferente. Evidentemente las relaciones que se consiguen ahí son con fines de lucro para una persona y para el otro placer. Pero sacando eso, un simple sitio, nos ofrece personas para tener sexo. No hay dinero de por medio, pero si placer y nada más. Idéntico a un prostíbulo.

No vamos a meter a todos en una misma bolsa, ¿o sí? no, porque no todos son iguales, aunque se menciona a menudo esa frase hoy en día. Existen personas con otra forma de ver las relaciones, un tanto más serias, fieles a las películas o cuentos. Donde conocemos a alguien y trabajamos para que la relación funcione lo más que se pueda, porque buscamos un "futuro juntos". Pero este tipo de relaciones son cada vez más escasas por una razón: la idealización. Que en pocas palabras es la creación de un concepto o imagen de una persona en base a la fantasía o positivismo excesivo respecto al mismo. Donde no existe lo malo, solo lo lindo y bueno. Pero como bien sabemos, nada es como pensamos. El ser humano en sí, está lleno de defectos y problemas, que nos vuelven perfectamente imperfectos. Por lo que, esa imagen ideal se cae tarde o temprano, llevándonos a la decepción. Como dice Han «Si hay que buscar un responsable de la creciente decepción en la sociedad actual, no habría que apuntar a la fantasía incrementada, sino a las expectativas más altas» (Han, 2014). Esto lleva a la constante ruptura de miles de relaciones, por no cumplir las expectativas deseadas. Creando personas incapaces de creer que alguien va a ser suficiente para ellos mismos. Lo que, evidentemente, es un problema, que no es culpa nuestra exclusivamente. Porque diversos medios nos llenan de ideas irreales e imposibles de cómo debe ser el amor o de cómo debemos ser con el otro, frustrándonos. Haciendo que sea muy difícil que una pareja dure por la decepción mutua.

A partir de todo lo mencionado entra en juego el amor propio, que sí, es otro tipo de amor que existe en esta era. El cual, se confunde fácilmente con el narcisismo, aunque ambos son muy diferentes, porque uno alude a uno mismo y el otro a la aceptación plena de nosotros mismos. Cuando nos amamos plenamente, sin importar cómo nos vemos, como somos o cómo nos sentimos podemos vivir sin hacer desaparecer al otro. Dejando de lado ideas como el "yo solamente importo". Porque tenemos que entender que el amor, sea con quien sea, involucra por lo menos a un otro. El cual debemos respetar y aceptar como es, sin idealizar y sin volver invisible. Trabajando en conjunto para construir un "mundo propio" juntos.

Todos hoy en día tratamos de sentir lo menos posible; ocultando quienes somos y lo que sentimos para no espantar o aferrarnos a nadie; desapareciendo sin dar explicaciones; creyendo que lo mejor es "tener muchas opciones en parejas", pero sin poder conectar a fondo con ninguna; teniendo la idea absurda que abrirnos emocionalmente a alguien es ser vulnerables, por lo que creamos corazas exteriores que nos vuelven seres fríos y vacíos; inclusive creemos que sentir y demostrar es un acto de vergüenza; pensar en querer a alguien muchos años ya es solamente un cuento de hadas; en fin, el amor en el siglo XXI no es más que el principio del fin del amor.

Bibliografía
Han, B.-C. (2014). La agonía del Eros. Barcelona: Herder.

Amor en el siglo XXIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora