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Su corazón latía tan rápido que podía sentir su cuerpo temblar con cada nuevo bombeo. Además, tener el filo de una espada tan cerca de su yugular la hacía sentir náuseas.

Abrió los labios intentando responder pero el aire le faltaba, no podía formular palabra alguna por los nervios.

Sabía que debía responder, decir o balbucear algo, de lo contrario estaría acabada. Su mirada vaciló en los guardias, ambos tenían una postura defensiva y las manos sobre sus fundas dispuestos a desvainar al recibir la orden de su superior.

Viera por dónde se viera solo habían dos opciones; Contestar o ser asesinada.

—Me exi. —se calló en seco al analizar lo que estaba apunto de decir.

Carajo, decir que la habían exiliado solo encenderia las alarmas y les haría creer que realmente era una amenaza.

El hombre acerco un poco más la espalda a su cuello e inclino la cabeza.

—Habla.

Su cuerpo tembló ¡Debía decir algo rápido!

—¡M-me ofrendaron! —contesto torpemente, despertando la curiosidad en los hombres.

—¿Te ofrendaron? —repitió uno curioso— ¿A qué te refieres con que te ofrendaron?

Asintió rápidamente.

—Para acabar la sequía de mi pueblo, me dieron como sacrificio al bosque.

Ambos guardias cruzaron miradas sorprendidos, pero al ver a su señor aún en posición mantuvieron la compostura sin doblegarse, no podían ponerse a la ligera a la primera.

—¿Cuál es tu pueblo? —pregunto, alejando un poco la espada de su cuello.

—Lüggihm. —murmuro.

—Pero eso está a más de cinco kilómetros. —solto sorprendido el otro guardia— ¿Has caminado sola todo este tiempo?

Asintió confundida, ¿Kilómetros? No sé explicaba cómo pudo haber caminado tanto, había transcurrido al menos una hora y media desde que su travesía empezó.

Pero lo más importante, ¿Dónde estaba?

Miró curiosa al hombre frente a ella, apesar de que su compostura lucía relajada podía sentir su mirada a través de la máscara.

¿Lüggihm? Se pregunto, mirándola de pies a cabeza ¿Acaso será una bruja? ¿Talvez una espia? Pero, si ese fuera el caso... ¿Cómo logro burlar la barrera de protección?

Suspiró, dio media vuelta y caminó hasta sus guardias quedando entre ambos.

—Hakuji ¿Ves alguna energía o arma oculta en ella?

Acato la orden y analizó a la muchacha, no sería difícil identificar su aura, gracias a la aleación del metal y piedras mágicas en sus armaduras podían identificar la pureza del alma de cualquiera a quien mirasen, además podían localizar cualquier arma oculta por el material con que eran fabricadas pues al ser metal desprendían una leve cantidad de energía que se manifestaban con un leve color gradiente.

Gracias a ello habían podido identificar numerosas amenazas y enemigos que intentaron burlar la seguridad del pueblo.

—No tiene energía maligna, pero hay algo raro, Señor. —contesto extrañado— su aura es... Blanca.

—¿Blanca? Eso es imposible—el otro guardia contesto confundido y la miró confirmando lo que su compañero decía— Señor, ¿Acaso cree que talvez?

—No lo sé, Giyuu. —respondió arisco sin apartar la mirada de ella— Pero de ser así, debemos tomar una decisión rápida.

Mientras deliberaban y planificaban alguna solución, la joven aún yacía en el suelo, mirándolos confundida. Era claro que no la consideraron una amenaza, sin embargo tampoco se fiaría.

𝐸𝑙 𝑣𝑎𝑙𝑙𝑒 𝑑𝑒𝑙 𝐸𝑠𝑡𝑒 | 𝑆𝑎𝑏𝑖𝑡𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora