Uno: Conejo blanco.

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Winter

— ¡Vamos! — gritó Alex, el novio de mi madre — ¡Winter, tenemos que correr, apresura el paso! — gritó de nuevo al ver que yo no hacía un gran esfuerzo por huir de las grandes piedras congeladas que caían del cielo.

— ¿Dónde esta mi madre? — de nuevo no contestó mi pregunta.

— Tenemos que buscar un lugar seguro, Winter — salimos de la carretera y nos adentramos en el bosque.

Alex jalaba mi brazo, había muchos árboles, altos, llenos de nieve.
Jamás había nevado aquí. Eso era lo mas extraño. Íbamos en vacaciones a esquiar a Canadá o lugares en donde nevaba. ¿Pero aquí? Aquí no nevaba ni aunque la temperatura estuviera a menos cuatro grados.
Me solté, paré en seco y tomé una piedra, un poco pesada, la escondí detrás de mi espalda. Él tenía que contestar la pregunta que llevaba haciéndole desde ayer, cuando salimos del pequeño refugio. El cual habíamos hecho días atrás después de esta gran catástrofe.
Había nevado desde hace 10 días.

— ¡Vamos Winter, tienes que moverte! - dijo yendo a tomar mi mano de nuevo. Me solté — ¿Pero qué te pasa?

— ¿Dónde esta mi madre? — puso los ojos en blanco.

— Winter... Tenemos que irnos — dijo volviendo a tomar mi mano.

— ¿¡Dónde esta mi madre!? — me solté de nuevo. Esta vez estaba gritando, grandes lagrimas resbalaban por mis mejillas. Yo sabia lo que había hecho con ella...

— Tu madre, ya no esta aquí — dijo en un tono enojado. Acercándose más a mi — ella no cooperaba, así que tuve que deshacerme de ella — sacó un pedazo de tela lleno de sangre en el cual llevaba una daga. La sacó y me apuntó con ella — ¿Tengo que hacerlo contigo también?

— Alex, ¿Por qué...

— Shh... Winter... Ella estaba muy enferma. Una mujer arrastrando un tanque de oxígeno no colabora en una catástrofe como esta — dijo alzando las manos mostrando todo el panorama — sabes, te diré un secreto, ya no sirve de nada ahora, solo estuve con ella por su dinero. Salí victorioso ya que todo lo metió a mi cuenta — típico — pero no podía irme, no... no mientras estuvieras tú ahí... — Espera... ¿Qué? — hice lo que tenía que hacer, y si tu no cooperas... — me acercó el cuchillo al cuello y metió su mano por debajo de mi blusa. — no me molestaría hacértelo aunque estuvieras muerta.

Podía sentir su erección en mi rodilla Para mi suerte, cuando casi llegaba a mis pechos; cerró los ojos, me aproveche de su distracción y con la piedra golpeé su cabeza haciendo que soltara la daga seguido de un fuerte alarido. La tomé rápidamente y corrí como nunca había corrido.

— ¡Winter! — escuché que gritaba. Al parecer no lo dejé inconsciente.

Corrí aún más rápido mientras lloraba, lloraba por que tenía miedo. Lloraba porque Alex había asesinado a mi madre. Y lloraba porque no sabia si sobreviviría sin él.
Corrí lo más rápido que pude adentrándome en el bosque, cada vez más y más. Esquivando los árboles y arbustos que lograban que el bosque pareciera un gran laberinto.
Entonces algo me golpeó, algo helado, gigante, pero no era pesado. Era liviano. Sentía como algo me absorbía. Me encerraba. Me sentía sofocada y después, oscuridad...

* * *

Despierto gracias a el agua que cae en mi cara, es helada, puedo sentir mi cuerpo ardiendo. Lo primero que veo al abrir mis ojos, son los árboles. no me había fijado que eran tan altos. Pareciera que llegan a las nubes. Comienzo a sentirme pequeña, indefensa, sola.
Comienzo a mover las manos, abrirlas y cerrarlas, tocando lo que sea que hay debajo de mi. Se siente helado. Me impulso para sentarme y al querer hacerlo, caigo. ¿Pero de dónde?  Al querer averiguar de que era de lo que había caído, escucho un gruñido. Un fuerte y salvaje gruñido. Volteo a todos lados. No se ve a nadie ni a nada, estoy sola. Después de unos minutos un aullido hace que mi corazón se detenga por unos segundos.
Busco con la mirada alguna señal de algún animal salvaje, pero no veo ninguno. Entonces miro hacia enfrente y cuando mis ojos se centran en los suyos, mi corazón comienza a latir sin control. Como si quisiera salir corriendo de mi cuerpo para abandonarme justo ahí. Al igual que todos los que me han rodeado en algún momento. Sus ojos azules comienzan a acercarse cada vez más y más. Al igual que sus fuertes gruñidos.
Comienzo a arrastrarme rápidamente hacia atrás aún sentada, quiero huir, salir corriendo, pero me comería. Así que trato de ser cautelosa. No funciona. El lobo se acerca cada vez más a mi gruñendo. Estropeando mi plan de moverme rápido y no dejando una distancia de más de un metro entre él y mis piernas flexionadas. Hasta que algo duro me impide moverme más, un arbol. El lobo avanza gruñendo solo unos pasos más, y se detiene poniendo sus patas delanteras entre mis piernas y a muy escasos centímetros de mi cara. Tanto que puedo sentir su respiración y su aliento -no huele mal, eso es lo más extraño-. Me siento como un conejo acorralado, a punto de ser devorada, o asesinada. Entonces la imagen de un conejo blanco de ojos azules llega a mi mente, está sangrando en la boca del lobo. Estoy asustada. Solo espero el momento en que lance una mordida y que sea una con la que muera instantáneamente. Pero el solo me mira directo a los ojos. Me lanza un fuerte ladrido, cierro los ojos. Después de unos segundos de no sentir sangre corriendo por mi cuerpo o ardor en alguna parte de el, abro los ojos. En ese momento puedo ver un poco de satisfacción y burla en su mirada.

The winter age.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora