*Capitulo 2
"Otra cerveza" pidió apoyado en la encimera de la barra del bar. No tenía a donde ir ni quien le pudiese ayudar, sus ganas de luchar se habían desvanecido junto con cada visita que realizaba al cementerio.
"No tengo ninguna razón en particular por la cual vivir" se lamentó tomando la botella de cerveza, dando un enorme trago.
"Ya no la tengo aquí conmigo".
Reunía todas sus fuerzas para que las lágrimas no estuvieran a riendas sueltas por sus mejillas. Durante cinco años había intentado buscar pistas, algún rastro, pero nada. No tenía ninguna, ninguna sola maldita idea de quién pudiese ser el causante de la falta de su amor.
Había entrado a escondidas incontables veces a la casa de ____ luego de la muerte de los padres de ella, para revisar meticulosamente cada rincón pero no hallaba ni un solo cabello.
- ¿Por qué tan melancólico?- preguntó la camarera, dejando una bandeja llena de vasos en la barra.
- ¿Quién dijo que lo estaba, Jade? - respondió tajante, sin siquiera mirarla a los ojos.
- Emanas tu malestar anímico como un perfume, cariño- sonrió mientras se sentaba en el taburete siguiente a Niall -Nada es tan malo como para venir a beber aquí todos los días, ¿no crees?- colocó un cigarrillo dentro de sus labios y con un encendedor lo prendió.
-Es malo - bebió más cerveza velozmente -y ya basta de hablar de mis putos ánimos Jade-dejó la botella en la encimera de la barra, con fuerza.
-Como sea Niall- inspiró; mantuvo el humo y luego lo botó cerrando sus ojos.
"Entrometida" pensó el rubio, Jade siempre se estaba preocupando de qué le sucedía, todas las noches le preguntaba lo mismo, pero él nunca le iba a responder.
Jade, era una mujer joven, pero aún así no se liberaba de ser menor que el asesino. Ella tenía veintisiete años de edad, y había trabajado desde su pubertad en el bar "Seven Shots", en el cual conoció a Niall.
Jade McKibenn tenía un tono de piel bronceado, pero a la vez claro. Sus brazos estaban cubiertos de coloridos tatuajes que poseían diferentes significados. Flores, calaveras, rostros, fechas...todo estaba grabado a lo largo de sus extremidades y su espalda. Tenía una argolla negra en la nariz y el pelo rubio ceniza, teñido, obviamente. Sus ojos eran mieles, pero mayormente la claridad del color del tiempo dependía del clima.
Conocía a todos los hombres que iban al bar a embriagarse sin ninguna razón en especial; excepto Horan. Jade lo había visto llorar mientras bebía, lo había sentido sufrir, y para ella a eso realmente lo hacía un "hombre", embriagarse sin ningún motivo para ella era de maricas. Hasta incluso le había agarrado un cariño especial sin haber compartido mayores charlas con él; en el fondo ambos se parecían.
- Oye- llamó el rubio cobrizo- ¿Qué te sucedió ahí?- preguntó levantando el mentón.
- ¿Dónde?- levemente, movió su hombro y comenzó a observarse el brazo izquierdo, hasta llegar a las muñecas-¡Ah! -rio- ¿Te refieres a esto?- y le enseñó ambas muñecas.
-Sí- arrugó la frente mientras observaba fijamente - ¿Por qué?
-Varias cosas- le sonrió sin ganas y agachó la mirada -¿Sabes la vida de mierda que llevo?-cuestionó con enojo.
- No- negó con la cabeza.
- Realmente es una porquería, y no sé por qué sigo infringiéndome daño- comentó mientras se observaba las muñecas- es como una adicción al dolor...
- Conozco las adicciones- bebió cerveza -¿Drogas?- dijo Jade apoyando los codos en la barra.
-No- sonrió- era adicción a una mujer...aquí les traigo otro capitulo de la novela ojala les guste y denle like y comenten :)