-Bueno, señor y señora Dagger, si me permiten voy a sacar a su encantadora hija a bailar.
Sus padres asintieron, sonrieron y me dejaron ir junto a Sophie a la pista de baile.
La música comenzó a sonar.
Solo ahí podríamos hablar sobre lo que tenía en mente sin que nadie nos oyera.
-¿Se puede saber por qué has hecho eso? Me parece que el que no ha aguantado sin acercarse al otro has sido tú- dijo alterada.
-¿Quieres calmarte un momento?- le pedí- quiero decirte algo.
Se le notaba que estaba intrigada, pero era obvio que no iba a demostrarlo.
-Y antes de que digas algo, es beneficioso para ti también.
-¿Por eso acabas de hacer lo que acabas de hacer?- me preguntó.
-Si, tiene que ver. Y bastante.
No dijo nada, pero me hizo un gesto para que hablase.
-Te buscaba para devolverte el cuaderno que he dejado en la mesa de tu familia antes de que vinieramos a bailar, pero no he podido evitar ver que tu padre estaba obligandote a hacer algo que era visiblemente obvio que no querías. Así que quiero proponerte algo que te va a interesar. Mi familia no para de atosigarme para que empiece a cortejar y posteriormente prometerme con una chica. A ti, quieren obligarte a casarte. ¿Cierto?
-Cierto- respondió al instante.
-Pues viendo nuestra situación, he pensado en algo. Finjamos que estamos juntos, que yo te estoy cortejando, nos prometemos hasta que pase la temporada, y cuando eso suceda, podrás decir que fui yo quien rompió el compromiso. Eso no me importa, yo seré el culpable de que no nos casemos- me escuchaba atentamente- así tu te quitas de encima a tu familia por un tiempo y yo lo haré también con la mía.
No contestó, se quedó con lo que supuse que era su cara pensativa. Debía de interesarle para que se lo estuviese planteando.
Al cabo de unos segundos en silencio moviendonos al son de la melodía, habló.
-¿No será una jugarreta no?
-Negativo. Todo cierto, todo real.
-Te creo entonces.
-¿Qué dices? ¿Lo hacemos?
-Vale, hagámoslo. Cuando acabe la temporada y nos separemos me iré de Londres, dicen que el sur de España es muy bonito.
-Tendremos que fingir que nos soportamos. Más complicado aún, que estamos enamorados.
-No te preocupes, puedo no soportarte en privado y ante los ojos de todos parecer que me siento la mujer más afortunada del mundo.
-Que bonito- le dije- pues solo queda que la gente se lo crea, empezando por nuestras familias.
La música dejó de sonar.
Nos miramos el uno al otro.
-Con una condición- dijo ella.
-Te escucho.
-Nada de sentimientos.
-No podría aunque quisiera. Sin problemas, eso está hecho.
Esto sería un verdadero reto.
Le ofrecí mi brazo para que enganchase el suyo.
-Que comience el show- dijo ella mientras se agarraba a mi brazo- esto debe de salir bien, si no acabaremos muy mal Dylan.
-Lo sé, por mi parte no te deberías preocupar, parecerá que me quiero casar contigo lo antes posible e irnos de la mano hasta el fin del mundo preciosa.
-No. Me. Llames. Preciosa, Dylan.
-Vale Sarah- vacilé de nuevo.
-Así no va a salir bien esto- me dijo.
Era cierto, en público debería de evitar la pequeña necesidad de fastidiarle.
-Disculpame, no lo haré más. En público- quise recalcar.
La farsa empezaba ahí, entonces decidí reafirmar lo que Sophie había dicho tan solo unos instantes antes.
-Que comience el acto.
Respiramos profundamente los dos a la vez.
Comenzamos a caminar en dirección a las mesas de catering.
-Mañana iré a recogerte para dar un paseo.
-Que divertido- me dijo en un susurro.
Le dí un leve codazo en el hombro para que se callase las ironías.
-Perdón- me dijo como reacción- esto va a ser más difícil de lo que creía.
-En eso estamos de acuerdo.
***
El resto de la noche la pasamos como pudimos, fue complicado no soltar un comentario hacia su persona o que ella no me mirase con las ganas que entendí que tenía de matarme, pero al final lo conseguimos. La acompañé a ella y a su familia hasta su carruaje al terminar la velada.
-Tengan buenas noches familia- les dije.
Ellos me sonrieron con una amplia sonrisa, supuse que lo había hecho bien. Fue obvio que el padre de Sophie nos estuvo observando toda la noche.
-Mañana pasaré a recogerte para dar un paseo como ya te había dicho- dije mientras le ayudaba a subirse.
-Perfecto, nos vemos mañana, descansa.
-Lo mismo digo- dije sonriéndole. El carruaje empezó a ponerse en marcha, y solo cuando Sophie seguía mirándome, le guiñé el ojo disimuladamente.
Cuando el carruaje era casi inalcanzable a mi vista, volví dentro con mi familia para contarles la "gran noticia" y darles la misma excusa que Sophie del por qué no lo dijimos antes de esta noche.
Sinceramente, una noche agotadora, pero prometedora.
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Los finales (no) siempre son felices
RomanceUna chica que será obligada a casarse, un chico al que le asfixian para que se comprometa, dos desconocidos que dejarán de serlo al conocerse en el baile de invierno de la alta sociedad de la reina en la Inglaterra del siglo XIX. Dos enemigos que pr...