Nadie como ella

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Que pretendes, adueñándote de todo, confundiendo el mundo entero, engañándote y engañando quien te quiere…

Al otro lado del pozo un joven hanyou de cabellos plateados, ojos dorados, tiernas orejas de perro y rojas ropas, se encontraba acostado sobre una de las ramas del viejo árbol del tiempo, recordando lo que hacia dos días había ocurrido, su antiguo amor murió a manos de naruku, su gran enemigo, dejándolo libre de aquella promesa del pasado, también el hermano de sango por fin descansaba en paz, sango junto con miroku y shippo, están en la cabaña de la anciana kaede recuperándose de los ataques de aquel monstruo y también de las heridas del corazón fue una decisión muy dura pero era lo mejor, en fin la joven muchacha de ojos chocolate, y cabellos azabaches se encontraba en su tiempo recuperándose de una pequeña herida y según ella recuperándose también de unos exámenes de la escuela, les prometió que en tres días estaría de nuevo con ellos, así que se fue, el joven hanyou también tenia heridas pero ella las curo, y luego se fue, solo que él en ese momento se acobardo y no le dijo una cosa que llevaba muy dentro de su pecho, salio de aquellos recuerdos, se bajo del árbol y se metió al pozo debía decirle la verdad, salio el otro lado y se encontró con la madre de la chica, le pregunto donde se encontraba la joven y ella contesto que en la escuela que si quería que subiera y esperara en la habitación de ella, el asintió y se dirigió al cuarto, primero se sentó en el suelo cerca de la cama escondiendo sus manos dentro de sus mangas ,con las piernas cruzadas, su olfato descubrió que aquella habitación esta inundada con su olor a sakuras, después se paro y vio un objeto del cual una vez anterior escucho que salían voces, música, era un grabadora, la joven le había enseñado a prenderla, así que la prendió y salio una melodía muy dulce, de nuevo quedo pensando, sintió cansancio, se tiro boca abajo en aquella cama, el sueño se fue apoderando de el hasta quedarse dormido…

Cerca de ahí…

Una chica de cabellos azabaches, ojos color chocolate y una sonrisa de su rostro regresaba de clases, había sido algo agitado el día, tres exámenes, pero lo bueno era que hoy se había podido ir informal y lo peor ella con una herida en la pierna izquierda era pequeña regreso a su época, y allí se curo, adema solo queda la marca que poco a poco desaparecería, subía poco a poco las escaleras hacia el templo, pensando en la batalla, pensando que ahora mas que nunca haba perdido al chico de ojos dorados, suspiro y termino de subir las escaleras, camino y se acercó al árbol sagrado, miro aquella marca y la toco con una de sus manos, rodó una lagrima por una de sus blancas mejillas y soltó una sonrisa llena de melancolía, la limpio y se dirigió a la casa, entro.

Kagome: ¡Ya llegue, grito, ¡mama, ¿mama donde estas, viendo como su madre asomaba su rostro cerca de la pared de la cocina.

Sr. Higurashi: ¡OH hija aquí estoy, salio de la cocina dándole un abrazo a su hija, ¿Cómo te fue con los exámenes, vio cómo su hija asentía y sonreía, ¡me alegro mucho que te hay ido bien, hija tengo que salir un momento, llego en la noche!.

Kagome: ¡No te preocupes, mama, igual comeré algo y me sentare a hacer la tarea después dormiré un rato ya que mañana tengo que partir al sengoku, así que acompaño a su madre a la cocina se comió unas bolas de arroz, termino y se dirigió a su cuarto, pero antes de que ella subiera las escaleras su madre la llamo.

Sr. Higurashi: ¡Hija, ¡se me había olvidado decirte que inuyasha vino hace un rato y esta esperándote en tu habitación!.

Kagome: (Enfadada), ¡pero si le dije que volvería en tres días y apenas llevo dos!.

Sr. Higurashi: (Tranquilizándola), ¡tranquila hija seguro que te quería ver, en fin ahora si me tengo que ir, acuérdate que el abuelo no esta y sota esta con un amigo, llega en la noche al igual que yo, bueno hija ahora si me voy, le dio un beso en la frente a su hija y salio de la casa.

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