Como cada madrugada, Ana se despertó sedienta y con un sudor que empapaba su frente, paulatinamente se incorporó en su cama para levantarse y dirigirse a la heladera a beber agua, esto le sucedía entre las 03:00 y las 04:20 AM, desde hace unos años. Durante el recorrido hacia la heladera pasó delante de un gran espejo que está ubicado en una especie de sala de estar entre la habitación y la cocina, una vez que se sirvió el vaso con agua caminó progresivamente hacia la sala para finalmente detenerse a beber frente al espejo, ahí se quedaba mirando como abstraída por su propio reflejo apenas iluminado por la tenue luz de la luna que sigilosamente se colaba por la ventana.
Una noche, mientras bebía agua frente al espejo, notó que su reflejo comenzó a desfigurarse y proyectó la figura de un niño, el cual se detuvo por un momento frente a ella y parecía estar mirándola, ella intentó tocarlo pero el niño salió corriendo tras oír el llamado de su padre, ella no pudo contener el llanto porque siempre anheló ser madre y nunca pudo debido a su infertilidad, a pesar de que recurrió a varios métodos, estudios y prácticas científicas no lograba quedar embarazada, una noche mientras bebía un vaso de agua frente a ese espejo, luego de haber tenido un día largo, agotador y sin resultados positivos, miró sutilmente su reflejo y dijo:
Daría lo que sea por poder quedar embarazada, por cargar un niño en mi vientre y verlo crecer !
en ese momento su reflejo la miró fijamente y le respondió: Concedido esbozando una tétrica sonrisa!
Al oír esto, las pupilas de sus ojos se dilataron, la imagen de sus reflejo se comenzó a desvanecer lentamente, la sala y su alrededor se llenó de densas tinieblas a tal punto que no podía ver su propia mano, el miedo invadió su mente y quedó paralizada, el vaso cayó dispersando fragmentos de vidrio sobre el gélido suelo, y del oscuro espejo asomó una mano que tocó su vientre.
Fue ahí cuando se dio cuenta de que todos los día se repite la misma situación hace mas de siete años, que es la edad del niño que se para frente al espejo para mirarla por unos escasos segundos, niño que una vez llevó en su vientre durante nueve meses y que cargó en sus brazos solo unos minutos porque falleció luego del parto, ella dijo que estaba dispuesta a dar lo que sea con tal de quedar embarazada y ver crecer a su hijo y así lo hizo, todas las madrugadas revive la misma secuencia de aquella tétrica noche.
Ahora Ana mira a su hijo crecer.... a través del espejo.
By Luciano Acosta