El sol se escondía tímidamente entre las nubes, presagiando unos cuantos días de lluvia. Liv miró el reloj: Eran las cinco de la tarde y la luz de la ciudad comenzaba a encenderse. De pronto, Liv divisó la figura de Thomas en la calle, apoyado en su motocicleta. Llevaba puesta una casaca de cuero negra que resaltaba su figura atlética.
Con un gesto lento, Thomas se quitó el casco, revelando su cabello castaño ligeramente despeinado y una sonrisa encantadora que iluminó su rostro. Liv no pudo evitar sentir una oleada de admiración hacia él. Se veía tan hermoso, tan seguro de sí mismo.
Más tarde, Liv y Thomas se encontraban en el cine, con palomitas de maíz en mano, listos para disfrutar de una película de acción. La sala estaba medianamente vacía, lo que provocó que Liv se cuestionara los gustos cinematográficos de su acompañante.
Liv observó a Thomas de reojo mientras él disfrutaba de la película. No podía evitar preguntarse qué estaría pensando. Sus gestos, sus expresiones, todo era un misterio para ella.
Durante la película, Thomas hacía gestos extraños y juguetones, Liv no pudo evitar notar que en algunos momentos tomaba su mano derecha con ternura, acariciándola durante toda la película. Un leve rubor se apoderó de sus mejillas, sintiendo la humedad de sus manos sobre las de él. ¿Era una señal de su interés? No lo sabía con certeza.
Las acciones de Thomas la llenaban de confusión y esperanza. Por un lado, la hacían creer que él sentía algo más que amistad por ella. Por otro lado, la incertidumbre de sus verdaderas intenciones la atormentaba.
Al salir del cine, se dirigieron a un parque cercano. Thomas compró dos cafés y se sentaron en un banco bajo la luz tenue de las farolas. La conversación fluyó con naturalidad, recordando momentos de su amistad y compartiendo sus sueños y aspiraciones.
En un momento de la conversación, Liv decidió abrirse con Thomas y le contó sobre las pesadillas que la atormentaban últimamente. Thomas la escuchó con atención, sin juzgarla ni interrumpirla. Cuando terminó de hablar, la tomó de la mano y la miró con ternura.
—Siempre estaré aquí para ti, Liv —dijo con firmeza—. Nunca te dejaré sola.
la abrazó cálidamente y le regaló una de sus hermosas sonrisas. Liv, confundida por sus sentimientos, se preguntó una vez más: "¿Por qué me hace esto?". A pesar de conocerlo hace cinco años, aún no lograba descifrar sus pensamientos. Su amabilidad y cariño constantes la hacían albergar la esperanza de que él también sintiera algo por ella, pero la duda persistía. Si tan solo se atreviera a confesar sus sentimientos, tal vez ella podría dejar de lado sus inseguridades.
Al llegar a su casa, Thomas la acompañó hasta la puerta. Antes de despedirse, le arregló un mechón de pelo que había caído sobre su rostro. La cercanía los envolvió en una atmósfera de tensión. Un beso parecía inevitable, anhelado por Liv, pero en su lugar, Thomas simplemente le acarició el cabello con ambas manos y lo alborotó de manera juguetona.
Luego se alejó, despidiéndose con un gesto de su mano y dejando en Liv una mezcla de frustración y anhelo.
Liv se quedó en la entrada de su casa, analizando cada detalle del encuentro. Las acciones de Thomas la sumían en un mar de dudas. ¿Era solo un amigo cariñoso o algo más? La incertidumbre la atormentaba, alimentando su deseo de conocer la verdad sobre sus sentimientos.
Las gotas de lluvia comenzaban a caer, empapando la ciudad y reflejando en el asfalto las preguntas que inundaban la mente de Liv. Un nuevo día amanecía, cargado de interrogantes y con la esperanza de que, quizás, la próxima vez, Thomas le diera la respuesta que tanto anhelaba.
ESTÁS LEYENDO
Sueños violentos. (Violent dreams)
RomantikLas líneas entre la realidad y la fantasía se difuminan mientras Liv lucha por distinguir lo real de lo imaginario. Las pesadillas se intensifican, invadiendo su vida diaria y robándole el sueño.