PRÓLOGO

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El viento... es el medio por el que viaja el sonido, aquellas ondas longitudinales que para muchos es hermoso, para otras es traumático y para pocos es un campo desconocido.

El primer llanto, la primera palabra, el cantar de los pájaros, la música, el oleaje del mar...

Gritos, pedidos de auxilio, huesos rompiéndose, balazos...

Todo en esta vida tiene sus pros y contras.

¿Cuáles serán las del viento? ¿Cuáles serán sus pros y cuáles sus contras?

Vamos a pensar...

¿Pensaste en algo? ¿No? Bueno... Ya se te ocurrirá algo.

Dicen que la mente es muy muy poderosa, puede crear alucinaciones tanto visuales como auditivas, hacer que no sientas ningún temor cuando debas sentirlo, te da el coraje de afrontar tus miedos, te hace feliz pero también te pone deprimido. Tristemente la mente es tanto un pro como un contra.

Sólo veía árboles y árboles, no había otra cosa más que contemplar. Volteé a ver a mis hermanos, Camila se encontraba dibujando, Zack escuchando música mientras miraba hacia afuera igual que yo, Chandler venía dormido y Ben platicando con su novia por chat, cada quien hacía algo por mientras que llegábamos a nuestro nuevo hogar.

— ¿listos para conocer su nueva casa? — preguntó papá, y mamá nos volteó a ver.

— chicos... — Camila, Ben y yo volteamos a verlos. — ¿listos para conocer su nueva casa? — mamá repitió las palabras de mi papá.

— supongo que sí. — respondió Ben.

— ¡sí! — gritó Camila emocionada despertando al más pequeño de nosotros, Chandler comenzó a llorar. — perdón.

— Zack, dale el biberón a tu hermano. — por la música no la escuchaba o simplemente hacía como si no la escuchara, él es el que está más cerca de Chandler.

— yo se lo doy, mamá. — dije, Ben me pasó el biberón, me fui a atrás y se lo di, él lo tomó y comenzó a tomarle, sólo así se calmó.

Ben es el mayor de nosotros con 21, yo tengo 19, Zack tiene 16, Camila tiene 6 años y Chandler es el más pequeño con 2 años.

— ya llegamos. — avisó papá estacionándose. — dos de ustedes tendrán que ayudarme a bajar todo. — dijo mientras se bajaba.

— yo bajaré a Chandler, lo siento. — comenté.

— yo iré con mamá. — soltó Camila tomándole la mano y jaló a mamá hacia la casa.

— bien, Zack y yo te ayudaremos. — aceptó Ben y golpeó a Zack.

— ¿qué? — respondió Zack con brusquedad.

— ven a ayudar.

— Jessica puede hacerlo.

— ella bajará a Chandler.

— ¿y Camila?

— con mamá adentro de la casa. — le contestó sonriendo algo burlón. — lo siento, hermanito, te toca ayudar esta vez. — se bajó de mala gana y comenzó a ayudar a Ben y papá a bajar las maletas, por mientras yo le quitaba los cinturones de seguridad que tiene el asiento de mi hermano bebé.

Al hacerlo bajamos del auto y caminamos hacia la casa. 

— está bonita, ¿no? — preguntó papá a mi lado con una caja en manos.

— sí, ¿no te da miedo que vayamos a vivir aquí? — le pregunté.

— ¿por qué me daría miedo?

— es enorme. — contesté entrando a la casa con Chandler de la mano.

— ¿enorme? — preguntó mi hermanito sin entender.

— que es muy grande. — le expliqué, él sólo se soltó de mi mano y corrió hacia el interior de la casa.

— te acostumbrarás, cariño. — aseguró papá.

— ¿cómo pagaste esta casa? — le preguntó Ben dejando una caja encima de la otra.

— esta residencia está en venta desde hace 25 años, nadie la ha comprado, no se sabe la razón. — contó. — su madre y yo hemos ahorrado por 20 años para comprar esta residencia.

— adiós fondos universitarios. — dijo Zack. — hola cafetería, empleos de meseros y cajeros. — reí.

— no seas tonto, Zachary, no te libras tan fácil. — él lo miró mal, odia que le llamen así, sólo lo deja pasar cuando pasan asistencia en la secundaria. — si no Ben y Jessie no estuvieran en la universidad; tenemos tres apartados, los fondos universitarios, el dinero para esta residencia y la otra es la que siempre usamos para comprar la despensa o emergencias.

— ¿puedo ir a ver dónde será mi habitación?

— debiste haber hecho eso antes de que Camila subiera.

— yo cuido que Chandler no rompa algo. — se ofreció Zack.

— me llevaré a Chandler para que sigas ayudando a papá. — dije burlona y siguiendo a Chandler. — Chan, ¿a dónde...? — vi que se veía asustado, llegué a él, estaba mirando una pintura en la pared.

— da miedo. — soltó señalando la pintura de una mujer con un vestido de tal vez el siglo pasado o antepasado, blanco que va cambiando a negro al final del vestido y su cara es completamente seria, ni siquiera una sonrisa como la Mona Lisa, ahora que la veo mejor sí da miedo.

— vamos a quitarlo, ¿sí? — asintió y tomé la pintura por los extremos. — listo. — dije al quitarlo, lo voltee y lo coloqué en el suelo, recargado en la pared.

Se nota que esta residencia tiene más de 200 años, las tablas del suelo rechinan, la pintura se despega, hay demasiado polvo y las sábanas que cubren los muebles se ven amarillentas y desgastadas pero puede ser porque esta casa no ha sido habitada por 25 años.

— vamos a ver nuestras habitaciones.

— está bien. — me tomó de la mano y nos dirigimos hacia las escaleras, no le quité la mirada a la pintura hasta que salimos de ese salón. Subimos las escaleras y había un gran pasillo con 4 puertas y todavía había un nivel más.

— vamos a ver aquí, ¿sí? — asintió y empezamos a ver las habitaciones.

La primera parecía la recámara de una niña, la segunda y tercera parecían de niños y la cuarta era un armario.

— ¿cuál será la de Chandler? — le pregunté a mamá.

— la segunda, la primera es de Camila y la tercera es de Zack.

— así que ustedes, Ben y yo estaremos arriba. — supuse.

— sí, es mejor que los más pequeños no bajen tantas escaleras.

— Zack tiene 16, no es pequeño.

— lo sé, pero estoy asignándolos por edades.

— ¿y qué pasa si Camila o Chandler tienen una pesadilla y salen corriendo en la noche a buscar a sus papás? Zack no los consolará y ustedes estarán arriba.

— siempre estás abogando por tus hermanos, por eso te amo, mi niña. — sonreí mientras ella besaba mi mejilla. — cuidaré a Chandler, ve por tus cosas y sube, después le diré a tu padre que cambio de planes, nos quedaremos aquí.

— está bien. — bajé y pasé por el salón donde Chandler y yo estábamos, la pintura estaba de nuevo en su lugar. —  oigan, ¿alguien volvió a poner la pintura aquí? — pregunté y los tres negaron. — tal vez fue mamá. — dije para mí misma volviéndola a quitar, después le diré a papá que se deshaga de la pintura, les dará mucho miedo a Camila y a Chandler.

— ¡Jessica! — me hablaron desde la entrada. — aquí están tus cajas.

— gracias. — tomé dos y comencé a subir las escaleras.

Llegué al segundo nivel y entré a una habitación, creo que aunque empiece en este momento a limpiar, no terminaré hoy.

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⏰ Última actualización: Jun 19 ⏰

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