6- Alcohol

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Un año, casi dos, pasaban volando y consigo el dolor y la depresión, algo que ambos habían desarrollado pero claramente solo uno se preocupaba.

Julieta estaba faltando de forma constante a la universidad, pero igual iba ciertos días, aunque según sus profesores, no prestaba atención.

Por lo que unos meses después de estos sucesos decidieron mandarla con un psicólogo, a lo que ella no se rehusó.

Y luego estaba Rodrigo, quien ya estaba en un punto frágil, apenas y podía hacer canciones, y ya varias veces la disquera en la que trabaja lo ha regañado o amenazado.

Saben por lo que pasó, pero según ellos, aquello no es excusa. También llegaba tarde a ciertas cosas, se veía que tenía apenas una hora de sueño, aunque en las presentaciones intentaba verse impecable.

Y a pesar de eso, el petiso había entrado a una dependencia con el alcohol, aunque evitaba estar borracho debido a su compañera de casa, no quería darle problemas a Julieta, pero no podía evitarlo. Preferiría estar borracho que volver a cortarse.

Fueron pocas las veces que Rodrigo se hizo daño a sí mismo, lleva algunos meses sin hacerlo, pero la necesidad de herirse y el daño ya estaban hechos.

Cuando sus amigos y familia descubrieron esto, antes de regañarlo pensaron en mandarlo con un psicólogo al igual que Juli, pero él se negó, y ahí los problemas empezaron; debido a la insistencia de su familia se había vuelto más hostil, ya que intentaban quitarle las cosas a las que dependía, lo habían logrado con una, la otra les causó más problemas. Y muchos más a él.

Como hoy. Julieta no había podido dormir en la noche por varios ruidos, sabía que era Rodrigo en la cocina, borracho otra vez, y siendo sincera, ya le hartaba.

Quería verlo bien, quería que por fin vuelva a ser el mismo Rodrigo que enamoró perdidamente a su hermano con esos ojos risueños y esa sonrisa tan linda, pero parecía como si aquella persona se hubiera enterrado junto a su pariente. Ya no existía.

Se levantó de la cama y se puso unos zapatos, caminó lentamente hasta la cocina y lo vio ahí, arrecostado a la mesada.

Se acercó e intentó levantarlo para llevarlo al cuarto, pero no sirvió. El mayor renegaba y le decía que se fuera, no quería pelear con Julieta, tampoco quería gritarle, pero su paciencia era poca ahora.

Su razón de embriaguez era otra pelea con la disquera, los desgraciados lo volvieron a amenazar solo por nada, él estaba bien aquella mañana, pero empezaron a regañarlo y tocaron ese punto.

«Tu marido estaría decepcionado.»

Parecía un estúpido llorando de camino al bar, también cuando volvió a casa y empezó a tomar, era un imbécil, lo sabía, pero era su única forma de calmarse.

-Rodrigo, por favor, ve a dormir- le rogaba la menor, tratando de pararlo. Rodrigo se opuso y la empujó, quedando el tambaleandose en su posición. -Déjame en paz, Julieta- arrastraba las palabras mientras lágrimas bajando aún de sus mejillas sonrojadas. La pelinegra bufó y soltó un quejido largo.

-Carrera, esto es serio ¡No puedes terminar dependiendo tanto de el alcohol! ¿¡Y si contraes una enfermedad!?- Alzó la voz, gesticulando con las manos para agregar más a su enojo. El castaño frunció el ceño, a este punto de la vida preferiría estar treinta metros bajo tierra.

-¡Me importa una mierda si contraigo una enfermedad y me muero! ¡Prefiero eso a seguir viviendo en esta mierda!- Tiró la botella que tenía en manos al suelo por la frustración, rompiendo esta en mil pedazos, al igual que el corazón de la azabache al escuchar sus palabras.

-¿¡Cómo vas a decir eso!? ¡Sos lo último que me queda! ¡Lo poco que me queda de Iván!- Gritó sintiendo su voz quebrantandose y un nudo estrangulandola en su garganta, estaba dolida, un chico al que amo de forma fraternal desde que se volvió pareja de su hermano y desde ese momento es parte de su poca familia está diciendo que poco le importa su vida, y que esta era una mierda.

¿Acaso para él... no podían sanar juntos? ¿No podían superar a Iván acompañados del otro? Todo le parecía tan egoísta.

-¿¡Solo soy eso para ti!? ¿¡Y por qué no te mueres tú para volver a estár con él, ah!? ¡Tanto que lo extrañas! ¿¡No lo quieres ver de cara!?-

Gritó con los ojos ya hinchados de llorar, no sabía lo que decía, las consecuencias de esto, el alcohol gobernada en su sistema. No tenía poder en lo dicho y lo próximo en decir.

La azabache dio un paso atrás ante las palabras de Carrera, había tocado un punto gentil en ella ¿Cómo se le ocurría decir aquello? ¿Enserió lo decía como si fuera lo más normal del mundo?

Ella no quería ver a Iván en la muerte, en el cielo o donde sea que esté, lo quería tener en persona, abrazar a su hermano y que este la mimara mientras le decía que todo estaría bien.

Quería que la peinara como cuando iba al kinder o escuela, que la acompañara hasta el colegio, en este caso la universidad.

Comer juntos mientras se contaban su día. Todo eso lo quería ahora, también lo quería con Brisa, su abuela y Rodrigo, su familia. Aunque a este último ya no lo reconocía.

-No eres el mismo del que él se enamoró... Jódete- Limpio las lágrimas de sus cachetes y corrió a su cuarto, escuchando los gritos del castaño en la cocina.

Tomó un bolso con varias cosas importantes y salió, topandose con el bajito en el pasillo. -No te vayas- Le dijo apretando su brazo con algo de fuerza, dejando las marcas de sus dedos en su piel blanquecina.

Se separó de forma brusca y empezó a caminar hacia la salida -Háblame cuando se te pase lo imbecil bueno para nada- Cerró la puerta de un portazo y corrió por la vereda, tratando de llegar a casa de su abuela a pesar de las horas, quizás... en vez de eso, se quedaría en un parque.

Por otro lado, el castaño se quedó tieso en su lugar mirando la puerta cerrada. El silencio abrumador y asfixiante abundaba su hogar. Su cabeza reprodució los momentos más lindos con los hermanos, y sintió su corazón romperse cual vidrio.

«¿Qué hiciste, Rodrigo?» Se repetía sujetando su cabeza apretando sus cabellos, tratando de calmar su dolor repentino de cabeza.

Empezó a llorar en silencio abrazándose a sí mismo. Necesitaba a su familia, los quería con él... pero ¿Cómo espera que estén con él? Iván ya no está, y Julieta no quiere a un egoísta como él.

Todo es su culpa, si que es un imbecil bueno para nada, se merece el enojo de la menor.

-Perdóname, Jul. Enserió...-

Oh... I Miss My Lover || RodrivanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora