1. Un antes y después.

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El sonido de la lluvia golpeando los cristales y los gritos de Agein no me ayudaban mucho a calmar los nervios. Era una pésima conductora en momentos de crisis, gritaba y frenaba de golpe cada que le pedía que se diera prisa o que tuviera cuidado al manejar debido a la lluvia; aún seguía sin dar crédito a su comportamiento tan raro en ese lugar.

¡EL MALDITO GPS MARCA QUE ESTAMOS CERCA DE UN HOSPITAL, PERO YO NO VEO NADA! —gritó un poco histérica.

Miré a todas direcciones en busca de un edificio, o algo que pudiera indicar un servicio médico, pero no había nada detrás de esa torre de agua que seguía cayendo, se detuvo a un lado de la carretera, muy pocos autos transitaban a esta hora y con el diluvio, solo se podía ver un interminable bosque a nuestro alrededor.

—¿Segura que le diste a la opción de emprender viaje?

Le pregunto tratando de mantener la poca calma y serenidad.
No obtuve respuesta, más que silencio, y eso no me pareció una buena señal.

Ella gritó con horror y comenzó a golpear el volante provocando que el claxon sonara por décima vez desde que tomó el lugar de piloto.

El cuerpo que se había mantenido muy quieto desde hace unos minutos incluso se removió un poco. Acaricié su cabello para tranquilizarlo y hacerle saber que yo seguía ahí, cuidandolo, sin dejar de hacer presión en su herida. Su piel estaba más pálida de lo normal, estaba perdiendo mucha sangre.

Lo habíamos acomodado en la parte trasera del auto, pero no pude dejarlo solo, así que me moví para estar con él. Estuvo un buen rato hablando entre dientes y diciendo cosas incomprensibles, hasta que poco a poco se quedó en silencio, temí lo peor, pero me quedé un poco más tranquila después de comprobar su pulso.

Lo siento, yooo, ¡agg!. Me ganaron los nervios, estuve manejando a ciegas todo esté tiempo.

Se disculpó desde el asiento del conductor casi a punto de llorar.

Sentí algo de pena por ella, nos habíamos metido en esta situación por culpa mía. Si tan solo no hubiera querido llevarle la contraria a mi padre y le hubiera hecho caso a mi hermano.

—¡Mi hermano!

Recordé de repente.

Su teléfono, busca el teléfono en la guantera. —Pedí con urgencia al recordar un comentario que había hecho.

Ella comenzó a urgar, sacó algunos papeles y unas llaves, las tiró sobre el asiento para chillar al encontrar un celular. Me la tendió con rapidez; como si no supiera que hacer con ella.

La tomé con una mano, manchando el aparato con un poco de sangre, un escalofrío me recorrió todo el cuerpo. Pero no era el momento de tener miedo, así que me concentre en marcar.

Agradecí que no tuviera código de bloqueo. Ignoré la foto de un grupo de chicos en su pantalla y me dediqué a teclear rápidamente los números. Marqué frenéticamente sin dejar de ver al chico.
Sonó en primer pitido, estaba amaneciendo, la luz del sol se asomaba por el horizonte, y conociendo a mi hermano, podía asegurar que estaba despierto.

—¿Diga? — Solté un suspiro de alivio al escuchar su voz algo agitada. Seguro estaba en su trote matutino.

Aldrey, soy Ryssel.
Hablé con urgencia y dejando de lado el saludo.

¿Ryssel?, ¿y tú teléfono?, ¿Dónde estás?,  papá no tardará mucho en despertar. —Sus jadeos me indicaron que en efecto estaba fuera de casa. Suspiró y supongo que comenzaría a soltarme un sermón pero lo interrumpí.

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⏰ Última actualización: Jun 14 ⏰

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