Friends

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A un mes de estarse hablando constantemente, el ritmo empezó a perderse. Kevin empezó a tardar mucho en contestar. Que no tiene nada de malo. Posiblemente la carga de trabajo sea mayor y no le deja contestar tan recurrentemente como antes, pues hace unas semanas le contó que había subido de cargo a comandante. Cualquier otra cosa. Cualquier otra explicación lógica podría estar en la mesa, pero a cómo funcionaba la mente de Edd, sólo podía haber estas posibles explicaciones:

¿Le habrá aburrido? ¿Habrá hecho algo que lo haya ocasionado alejarse un poco? ¿Se enojó con algo que hizo o dijo? ¿Será capaz que se dio cuenta que le atraía y decidió mejor alejarse? ¿A pesar de todas las señales de atracción que haya logrado captar? ¿Será eso posible?

Era fin de semana, domingo. Es un día que se lo tomaría para él, para limpiar la casa, invertir tiempo en leer o en tocar su arpa, hasta dar un paseo por el hermoso parque central de Vancouver con sus criaturas. Regresando a su hogar, prepararía algo delicioso y llenador para cenar y se premiaría con una copa de vino blanco.

No era el caso ese domingo. Sucumbido entre las delicadas pero despellejadas cobijas de lana de borrego, sin soltar la almohada en sábanas de satén que hace unos días atrás estaban frescas, y tampoco había salido de sus pijamas que tenía puesto desde el día de ayer. Ya le estaba molestando con comezón.

La pereza de la que nunca sucumbía ahora estaba por encima de sus ganas de darse un baño o tan si quiera cambiar de ropa.

Lo único que lo hacía darse cuenta de que no estaba solo, era con las pisadas por las cobijas y cómo sus gathijos se transformaban en croissants para dormir junto a él. A parte de los pelos de gato que salían volando cada vez que cambiaba de posición.

Ahora sí que se sentía patético con su propio círculo.

Terminó viendo en youtube videos de concursos de cocina donde un chef de renombre gritaba cada vez que un concursante cometía un error. Algo perfecto para apagar el cerebro por un rato. Lo que no contaba es que ya había pasado más de una hora desde que empezó con el maratón. El horror de no tener concepto del tiempo cuando pasaba por un episodio. Es culpa de la misma aplicación, te cubría la hora, era plan con maña.

Sonó en su celular una notificación nueva, que no era de Eddy. Por fin Kevin había respondido a su mensaje.

Ni lo leyó lo que decía, pero le dio la satisfacción de que le había contestado. Respiró hondo y exhaló, ya más relajado.

No quería leerlo, pero saber que ahí estaba la respuesta le hacía sentir mejor. No lo suficiente para obligarlo a levantarse y hacer como si nada hubiera pasado. Pues todavía estaba pasando.

Una bola de pelos se acercó a su mano empujándolo con dureza, obligándolo a soltar el celular y atraer su atención a aquellos ojos de color aceituna que lo veían con ternura. Debajo de todo eso, estaban pidiendo su ración de comida y agua limpia.

Sus pies estaban amarrados a pesas imaginarias que le dificultaban salir de ellas para ponerse de pie. Su espalda la sentía adolorida como si hubiese hecho ejercicio y se hubiera lastimado. Sus hombros caídos no parecían tener el ánimo de acomodarse a una posición correcta pero simplemente lo sentía muy cómodo estando en la manera que estaba.

De manera dramática, como si fuera caricatura, se pondría a Doble D arrastrándose por el suelo como si se tratara de escalar un monte y esta fuese su primera vez haciéndolo. Sudando de manera exagerada y soltando jadeos exasperados y llenos de esfuerzo. Una imagen bastante cómica y haría reír a un infante o adolescente mientras el personaje se alejaba de su cama.

El corto divertido terminó cuando por fin llegó a la cocina y abrió las puertillas donde estaba las croquetas y latas de las criaturas. Una parte de sus manos estaba siendo ocupada con la cobija que traía arrastrando por el camino.

double take | KevEddDonde viven las historias. Descúbrelo ahora