Intolewd

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La pesadilla del joven adulto colaborando con la economía del país es la máxima prueba de un muchacho que salió de la universidad con el ánimo de la juventud por los suelos. Lo peor, es que no pasas de nivel. Te quedas estancado hasta tener la edad suficiente para proceder a jubilarte y vivir de tu pensión y tus ahorros hasta el día del juicio final. Al ponerlo de esa manera suena deprimente y las ganas de crecer y ser un miembro útil de la sociedad son menores. Aun así, Eddward M. Vincent le encuentra gusto a la vida laboral.

La rutina es un elemento que le ha traído comodidad y tranquilidad. Algo de darse el tiempo para beber un té caliente por la fría mañana con una bata y su cabello amarrado en una toalla le hacía sentir que todo estaba bien. Y el olor que emana de una lata de atún con croquetas caras y aceite de coco. Lo hacían sentir menos solo. Triste viniendo de un hombre de 30 años, si es visto de un punto de vista no tan amigable. De otra manera, es el estilo de vida que buscaba reflejar un hombre organizado.

El tímido y ansioso "Doble D" se había convertido en un profesionista respetable y admirado tanto por los pasantes como por sus compañeros y compañeras de trabajo. Aunque le costaba un poco socializar fuera del formalismo de una junta, podía entablar una conversación casual con sus colegas, que era algo que le hacía sentir orgulloso. Fue difícil sobrellevar la ansiedad que tenía al estar en la universidad, así que haber conseguido aquella habilidad social es un logro muy grande para él.

Después de un día arduo de trabajo, se despide y pasa su tarjeta para marcar su salida. Como siempre, a las 5:00 p.m.

Sólo que, en esta ocasión, no fue directo a su departamento.

Alrededor de las 12 de la madrugada de un sábado, Edd iba saliendo de una noche de antro que terminó bastante incómodo. Se podía considerar que era en parte su culpa, no tenía por qué aceptar tal propuesta de Eddy. Bueno, no literalmente aceptó, pero tampoco se negó. Igualmente, ¡qué vergüenza! La pobre señorita solamente perdió el tiempo con él, no pasó a más.

Hacía tiempo que nadie le había besado, ni tocado de la manera que lo hizo ella, claro que es su trabajo...Aún así no pudo acceder. Se disculpó con ella reiteradamente. Eddy volteó los ojos decepcionados, pero no llegó a burlarse de él como era de costumbre. Tenía que entenderlo, no después de lo que le pasó con...ella. Edd no pudo hacer más que tallar su cara con sus manos y suspirar. Se sentía frustrado consigo mismo en no poder avanzar. Sintió unos pequeños escalofríos en sus hombros que lo hizo abrazarse a si mismo. Era como si pudiera sentir las marcas, aunque ya habían sanado hace mucho tiempo. Dolían. Era totalmente psicológico. Eso no ha sanado.

No era que no tenía tiempo. En realidad, no se atrevía a pisar un consultorio para hablar de sí mismo. No estaba listo.

La noche viva por las luces de la calle se veían apagadas con tan poco carro a pesar de ser el comienzo del fin de semana. Mejor para él, podía llegar un poco más rápido a su edificio. Dio vuelta a la derecha tranquilamente. Hasta que una sirena y las famosas luces roja y azul se hicieron presente detrás suyo.

- ¡Agh! ¿En serio? – Gimoteó Edd mientras veía en su retrovisor el carro de policía. Se orilló a la derecha y se estacionó.

No había tomado tanto como para estar manejando gracioso, estaba haciéndolo con extrema precaución como es debido. Aún así, olió su aliento con su mano sólo para confirmar. El olor es leve, pero nada peligroso. Joder, no debió tomar absolutamente nada si sabía que eso iba a pasar.

Un oficial con su uniforme azul marino y con el logo del departamento de policía de Vancouver se paró frente suyo, apoyando sus manos en su cinturón. Por el tamaño del carro no podía verle la cara. Le hizo una señal con su mano pidiéndole que baje el vidrio del piloto. Edd hizo lo debido. Y para su sorpresa, oh, vaya sorpresa, quién menos pensaba.

double take | KevEddDonde viven las historias. Descúbrelo ahora