INTRODUCCIÓN.

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Siempre he estado solo, y eso no era algo que me hiciera sentir tristeza, pues para estar triste primero hay que entender lo que es ser querido... Y no recuerdo a nadie que alguna vez me haya amado. Así que siguiendo esta lógica, sería incoherente que mi soledad fuera un motivo de llanto.

Solo soy yo, conmigo. Y nada más.


El café de Maid era más un experimento, la idea de usar falda al inicio le hacía sentirse incómodo pero con la gran paga, pronto logró verle más ventajas a mostrar sus piernas entrenadas. Aún recordaba a su primer cliente, y cómo no hacerlo con ese cabello blanco junto a esos ojos grises, su primer pensamiento al verlo había sido: "Es como la nieve"

Dio su mejor esfuerzo en atenderlo como lo haría una sirvienta, después de todo parecía ser un invitado de su jefe, por lo que preparó los mejores platos, el mejor platillo y la mejor sonrisa en su rostro. No pudo dejar de mirar el arte que llevaba, parecía una entrevista, ¿por qué le resultaba tan familiar?. Como fuese, el apretón de manos que vio a la distancia había sellado el contrato con el establecimiento.

Esta persona comenzó a ir con mayor constancia, dibujaba a las personas a su alrededor, a la comida, incluso en ocasiones logró notar a algunos de sus compañeros, se preguntaba si en algún momento lo dibujó a él, pero no había rastro ni de un boceto. ¿Quizás fue por eso que quiso llamar su atención?. Con el pasar de los meses este empleo cambió muchas cosas de su vida, entre ellas se permitió crecer el cabello, entrenar su sonrisa y tener más contacto con la gente, pero algo que no cambió fueron sus pasatiempos.

Cada tarde sin falta, en su habitación de la universidad se colocaba los audífonos y conectaba su celular a aquella transmisión semanal. Desde hace mucho que era fan de esta persona, sea quien fuera, le traía una especie de paz escucharlo al limpiar o al estudiar, subiendo la mirada hacía su teléfono para sorprenderse al ver la nueva pieza maestra que en tan solo 5 horas logró realizar.

"Acércate un poco más" — Ese fue el fotógrafo, en algún momento su popularidad había aumentado de golpe, las mujeres parecían estar obsesionadas con su nuevo atuendo, dejando de lado un color negro a uno rosa con adornos de corazones. Realmente no le molestaba, las propinas eran buenas, aunque en ocasiones ponía en duda si continuar o no con esta actividad.

En especial por los incidentes que llegó a tener con algunas personas que no dejaban de sobrepasar los límites.

Vanderwood se acercó colocando su mano en el hombro del chico tan tímido, su piel pálida se mostraba roja, sonrojada, y acercó su rostro al de su cliente, mirando hacía el lente con una sonrisa, parte del acto era formar un corazón con las manos.

"Eso, ahora digan: ¡Love!" — El flash un día de estos iba a quemar sus retinas, además sentía un gran impulso de estornudar porque uno de esos mechones blancos había rozado con su nariz hace unos momentos. - "Tendrás la versión impresa en una hora, lo siento. Estamos algo saturados"

—No se preocupe, puedo esperar. Les agradezco mucho su trabajo — Fue la respuesta de su cliente, había notado esa peculiaridad en su personalidad, se trataba de alguien completamente sumiso y discreto, no le agrada llamar la atención ni tampoco causar confrontaciones. ¿No era algo así como un conejo asustado? Quizás fue tanto su mirada al intentar buscar similitudes que el chico lo noto. — Yo, es decir, gracias por tu tiempo.

— ¡! — Primer código de trabajo: Nunca te salgas de personaje — Ha sido un placer, permíteme llevarte a tu mesa, Noam.

El local contaba con dos pisos, y al muchacho le gustaba siempre estar cerca del balcón, se abría paso entre la cantidad de personas pero sobre todo de gatos que había en el sitio. Camino escaleras arriba, esperaba que la falda fuera lo suficientemente larga para cubrir su parte baja al momento de subir el escalón. Al llegar a la mesa, jalo la silla para ayudarle a sentarse, y una vez hecho finalmente notó ese rostro preocupado, como si quisiera preguntar algo.

Purrfect Maid CaféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora