| libro único |
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tenías la vida perfecta,
novia perfecta, padres perfectos,
todo era simplemente
perfecto, pero...
un día, tus padres deciden
mudarse a un pueblo y...
todo en tu vida se descoloca.
empezando porque
¡tienes...
Dos: ❝Riverdale: el pueblo más aburrido del mundo❞
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Me quedé mirando la foto durante unos segundos más, sin saber cómo reaccionar. Este chico, Jaider, tenía un nivel de parecido conmigo que, sinceramente, me daba escalofríos.
¿Cómo era posible? ¿Podría ser un doppelganger o...? No, el simple hecho de evaluar la posibilidad de que tenía un gemelo perdido me revolvía el estómago, era imposible. Mis padres serán medio raros, pero no son unos monstruos. Ellos jamás separarían a unos hermanos de esa manera.
¿O si?
No lograba imaginar la razón por la que mis padres separarían a un par de hermanos. Por el dinero claramente no es, el hecho de querer solo a uno de los dos es una razón estúpida y... simplemente, no hay manera en la que actuar así sea algo lógico.
Saliendo de mis pensamientos, le entregué su teléfono a Cheryl nuevamente.
—Solo somos parecidos, no hay nada más. —murmuré.
—Es que son demasiado parecidos. —rebatió Cher, observando aún la foto.
—Victoria Justice y Nina Dobrev también y no por eso son hermanas gemelas. —bufé—. Tan solo Dios decidió que debían haber dos personas como yo y le puso mi cara a un random. —me mofé y ahora fueron Lex y Cher las que bufaron, haciéndome reír.
—Eres un egocéntrico. —suspiró Lex.
—Así me amas. —dejé un pequeño beso en sus labios.
La sonrisa en su cara luego del beso fue automática y eso me hizo sonreír a mí. Dios, sus sonrisas me hacían sentir como si el mundo entero estuviera sonriendo. Era mágico.
El auto se adentró al condominio y avanzó unos metros hasta llegar a mi casa, frente a la cual se estacionó.
—Al fin, no más paparazzis. —Cher soltó un suspiro aliviado.
Este condominio fue idea de nuestros padres, luego de que las empresas comenzaran a triunfar. Decidieron que lo mejor que podían hacer por ellos y por sus familias era tener un lugar del que pudieran huir de los paparazzis.
La puerta del auto fue abierta por uno de los guardaespaldas de papá y los tres nos bajamos del mismo, yendo hacia mi casa. Al entrar, sorprendentemente -mentira-, nos encontramos con Reggie y Chuck sentados en el sofá de mi sala.
—¿Y ustedes qué hacen aquí, lagartos? —pregunté.
—Eh... nos aburríamos y decidimos que irrumpir en tu casa era la mejor idea. Una sorpresita para nuestros mejores amigos. —Reggie hizo manos de jazz mientras Chuck murmuraba de forma cantada algo parecido a «tarán»
