Como era de esperar, pronto sus compañeros le empezaron a tirar bolitas de papel. No le importó, ya estaba acostumbrada. Miró a su derecha... Un chico, al que nunca había visto antes, estaba sentado a su lado, y no le hacía nada. Simplemente estaba atendiendo a lo que decía la profesora.
El chico, moreno, ojos azules, piel algo pálida. Era bastante atractivo, o al menos, eso es lo que pensó Sara.
Dos horas después
El reloj, el viejo reloj colgado de la pared marcaba las 13:58, sólo faltaban dos minutos para largarse de allí. Pero ella quería quedarse en clase, ya sabía lo que le esperaba al cruzar la puerta del aula para salir... Empezaría todo. ¿Las bolitas de papel...? No eran absolutamente nada. Todo comenzaba al acabar las clases cada día.
Intentó atender a clase durante los dos minutos que faltaban, pero no pudo, estaba pensando en el sonoro ¡RING! de la campana.
Se acabaron las clases, salió por la puerta. El chico nuevo se le acercó.
-Hola- dijo el chico.
-Ah, hola...
-Me han hablado de ti. Sara, ¿verdad?
-Exacto.
-Me han dicho que eres una...
Ella le cortó.
-...Una hija de puta, cabrona, gilipollas...
-Eh, sí.
-Pues creeles.
-No quiero creerlos.
-¿Por qué?
-Pues porque no es verdad lo que dicen.
-¿Y tú cómo lo sabes?
-Alexis...
-¿Alexis? ¿Qué pasa con ella?
-El año pasado iba al instó con ella y me ha dicho cómo eras en realidad.