[ 𝘾𝘼𝙏𝙊𝙍𝘾𝙀 ]

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𝗔𝗗𝗩𝗘𝗥𝗧𝗘𝗡𝗖𝗜𝗔:
𝗖𝗢𝗡𝗧𝗘𝗡𝗜𝗗𝗢 𝗗𝗘𝗟𝗜𝗖𝗔𝗗𝗢.
𝗟𝗘𝗘 𝗕𝗔𝗝𝗢 𝗧𝗨 𝗣𝗥𝗢𝗣𝗜𝗔 𝗥𝗘𝗦𝗣𝗢𝗡𝗦𝗔𝗕𝗜𝗟𝗜𝗗𝗔𝗗 +18.

Dwayne volvió a ponerse de pie, una vez que terminó de colocarle los tenis al cachorro, y caminó hacia la cómoda para buscar lo que había escondido en uno de los cajones hacia algunas horas atrás. Tomó la pequeña caja y regresó a la cama para sentarse a su lado; le acarició el cabello, recogiendo algunos mechones con sus dedos, y comenzó a cepillarlo delicadamente.

—¿No me regresarás mis orejas? —preguntó, agachando la mirada.

—Tengo algo mejor para ti —encendió el secador.

Tardó unos minutos en peinarlo por completo y colocó unas gotitas de aceites florales en sus palmas, para luego pasarlas por el cabello del chico mientras lo veía jugar con sus dedos. Recogió la caja que había dejado a un lado y le enseñó el interior; el rostro del cachorro se iluminó al ver una gargantilla de plata con un pequeño corazón azul en el centro.

—Ese no es un collar para una mascota —lo miró—, pero es muy bonito.

—No quería que mi chico tuviera un collar ordinario como todos los demás —le pellizcó la mejilla—. Tú eres especial y quiero que tengas lo mejor.

—No podrás enganchar mi correa —dijo, confundido.

—Lo sé, y por eso lo compré —sonrió, colocando la gargantilla alrededor de su cuello—. No quiero que utilices correa porque confío en que serás un buen chico.

Liam asintió, sintiéndose un poco inseguro.

—Aunque eso podría cambiar si desobedeces e intentas escapar —lo tomó del mentón, tratando de parecer amenazador—. Haré que te arrepientas si traicionas mi confianza. ¿Entendiste?

—Entendí —apartó la mirada, una vez que su dueño lo liberó de su agarre.

Terminó de vestirlo con un hoodie color crema y tomó su mano para guiarlo hacia el espejo que se encontraba en la habitación. El cachorro sonrió de lado cuando vio que la capucha del abrigo tenía unas bonitas orejas y se volteó para agradecerle al peligris.

—¿Te gusta lo que compré? —lo interrogó, tomándolo por la cintura.

—Sí, es bonito —asintió, sonrojado.

—Me alegra saber que hice un buen trabajo —sacó el móvil de su bolsillo y observó el reloj en la pantalla—. Debemos irnos o llegaremos tarde a nuestra cita con el psicólogo.

Liam retrocedió unos pasos y negó con la cabeza, nervioso, alejándose de su dueño.

—No, no quiero —los ojos se le humedecieron—. No quiero ir a ese lugar.

—El doctor me recomendó llevarte con él para que pueda ayudarte —caminó en su dirección—. Ya tenemos una cita y no podemos cancelarla a último momento. Eso sería de mala educación, cachorro.

—No quiero —insistió, comenzando a temblar—. No quiero ir.

Dwayne sintió que su paciencia poco a poco se iba agotando y se arrepintió de no haber comprado ese maldito collar con correa. Sin embargo, intentó mantenerse sereno y liberó un pequeño suspiro antes de aferrarse a la muñeca del chico. Lo jaló, tratando de llevarlo hacia la puerta, y recibió un fuerte mordisco en el brazo, que lo hizo soltarlo rápidamente.

—¡¿Cómo te atreves?! —gritó, furioso.

El cachorro rompió en llanto y corrió asustado para ocultarse debajo de la cama, pero el peligris fue más rápido y logró sujetarlo de los tobillos antes de que pudiera alejarse demasiado.

𝙇𝙊 𝙎𝙄𝙀𝙉𝙏𝙊, 𝙃𝘼𝙍𝙍𝙔 / 𝙇𝘼𝙍𝙍𝙔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora