tres | febrero

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"Si pudieras olvidar tu mente frente a mí, sé que tu corazón diría que sí"

   Estaban los dos sentados en la tabla de Fran, enfrentados, y si se besaban, daban la ilusión de que tapaban el sol. Cuando el mar estaba planchado no había mucho más por hacer. El vaivén de las olas apenas los movía y, aunque no tenían la adrenalina de tener que atravesarlas, se sentían igual de bien simplemente cerrando los ojos y dejándose mecer por el océano. La cuna más grande del mundo, habían escuchado alguna vez, los arropaba y los protegía de los peligros de la vida real.

―¿Querés volver a la orilla? ―Le preguntó Rocco.

   Fran tenía la cabeza apoyada en el hombro de él y ambos jugaban con sus piernas debajo del agua.

―No, quiero quedarme acá para siempre ―respondió.

―En algún otro universo quizás existimos acá juntos, como otros animales no humanos.

―Qué lindo ―susurró Fran―. ¿Vos creés que nos conocemos de otra vida?

―No tengo dudas, lo sentí la noche en que nos conocimos ―le había bajado el cierre del traje de surf para acariciarle la espalda y sentía como su respiración se iba ralentizando. Le pareció tierno que confiara tanto en él para quedarse dormido en el medio del mar ―las almas hacen pactos, viajan juntas y se reencuentran cuando es el momento.

―¿Por qué tardamos tanto?

―Porque teníamos que aprender cosas antes de volver a juntarnos ―respondió ―ahora tenemos que enseñarnos todo eso que aprendimos.

    Francisco pensó en qué diferente hubiera sido si lo conocía antes de que a Rocco se le metiera en la cabeza la idea de que las relaciones abiertas eran la mejor opción. No entendía qué podía aprender de esa concepción del amor porque no creía que hubiera algo positivo en sentir que corría todo el tiempo detrás de algo y cuando estaba a punto de tocarlo, eso se alejaba más, dejándolo exhausto y triste. Y lo que le parecía peor, era que no podía exigirle nada a alguien que se había mostrado tal como era desde el principio.

𔓘☼𖦹

   Salir a comprar comida con Rocco era ir a pasar más de una hora leyendo etiquetas de ingredientes para chequear que no tuvieran nada de origen animal. Los primeros días que Fran lo había acompañado al mercado le habían resultado aburridos porque no sabía cómo ayudarlo. Un mes después, ya tenía en claro qué productos tenía que descartar y cuáles eran cien porciento vegetales.

―¿Si no vamos a la fiesta y nos quedamos solos en el depa? ―Le sugirió Rocco ―te puedo cocinar algo rico.

―¿Es un plan para volverme vegano?

―Puede ser, pero también es un plan para que compremos un vino y nos acostemos.

―Bueno, me copa.

   No le molestaba ir a la fiesta, pero más le gustaba asegurarse que Rocco pasara la noche con él. Había estado todo el día pensando que se iría con alguien, y la imagen le hacía doler la panza incluso más que el mes anterior cuando, efectivamente, había estado con otras personas. Quería mantener sus sentimientos al margen, sin embargo, a medida que pasaban los días, Rocco le gustaba cada vez más porque cumplía con todas las expectativas que tenía sobre su tipo de hombre ideal y a excepción de ese detalle, no podía quejarse de nada.

   Volvieron al departamento de la mano, con lo que habían comprado en bolsas de tela, y cuando sus amigos se fueron, descorcharon el Malbec y empezaron a cocinar. Fran puso un álbum de Ceramic Animal mientras Rocco ponía en remojo la soja texturizada para hacer la salsa del risotto. Por momentos hacían comentarios y se reían, y luego cantaban bajito o se quedaban en un silencio que lejos de ser incómodo, los hacía sentir en paz.

si me das tu amor; rocco x francisco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora