Mas vale prevenir

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Juani reviso el celular que el chico le había entregado una vez que llegó a su complejo de departamentos.

Todo el complejo era suyo, por lo que en cada uno de los departamentos solo vivia su gente. Fue a dejar a los chicos a su mejor médico y luego subió a donde vivía, en el piso más alto donde había una especie de penthouse y finalmente cerró la puerta y desbloqueó el celular.

No es que se estuviera muriendo por saber que le iba a decir Otaño ni nada, era solo una curiosidad profesional, por supuesto. Después de todo, los hombres de ambos habían tenido un encuentro violento, era normal que Felipe busque contacto.

Andy y Agus le habían explicado que había sido algo muy natural, que vieron a los hombres de Otaño muy cerca de su territorio, eso significaba cerca de la casita que Juani había designado especialmente para la creación de drogas, y habían actuado.

Actuado violenta e impulsivamente, pero actuado al fin y al cabo.

En cuanto Juani desbloqueó el celular llegó un mensaje.

Buenas tardes, solicito una reunión a las 8 de la noche. Donde la última vez, puedes traer a tu guardaespaldas. Hasta luego.

El de rulos dejó salir una risa encantada. Este chico era tan educado, era refrescante. Eso significaba que Felipe Otaño era nuevo en estos negocios o le gustaba obrar de una forma mucho más antigua y caballerosa.

A Juani le encantaba, le seguiría el juego. Quién sabe, tal vez no termine matando a este chico.

Juani trató de escribir una respuesta pero en cuanto apretó el teclado el teléfono se apagó. Suspiró y lo guardo en un cajón, si era controlado y programado a distancia tal vez le serviría para futuras conversaciones, no que eso importara.

El reloj que había sido cuidadosamente colocado en la pared no hace tanto, decía su todavía eran las 6 de la tarde. Le daba tiempo suficiente. Comería algo, se cambiaría la venda del tatuaje e iría a llamar a Esteban para que lo acompañase.

Decidió primero cambiarse la venda del tatuaje reciente, con mucho cuidado se quitó la venda externa y no movió nada más. Rápidamente lo volvió a cubrir y listo. Ahora venía la parte difícil.

Tenía que cambiar la venda de ese tatuaje, del especial. El cual mostraba números que no paraban de correr y que hace tiempo que no miraba. La venda que lo había cubrido todo el día se había roto cuando pasó al lado de un alambre, se veía la tela estirada y eso rompía toda su imagen.

Juani se sentó en su cama y se desenvolvió la venda lo más rápido que pudo. Alzó la nueva y la puso por debajo para hacerlo más rápido.

¿De verdad no quieres saber qué dicen tus números?, susurró su mente.

No, no quiero, respondió Juani como si de verdad importara lo que quisiese o no.

A pesar de esa resistencia, en cuanto sacó la vieja venda no pudo evitar mirar de reojo. Vio un número y tapó de inmediato.

Juani suspiró. —Que patético.— solo había mirado un "2" pero como lo hizo de reojo y no iba a volver a destapar la venda, nunca sabría si eran años, días, horas o segundos.

Juani se volvió a envolver el tatuaje lo más rápido que pudo y se volvió hacia su refrigerador. 40 minutos después se dirigió al departamento de Esteban.

—Estebitan. Kuku.— dijo Juani mientras tocaba la puerta. Le abrió un Esteban con ojeras pero a pesar de eso le sonrió.

—¿Vamos a algún lado?— preguntó el mayor, yendo por su abrigo.

—Tengo una reunión con Felipe Otaño.— dijo Juani y se volteó antes de que Kuku le lanzara su mirada de "yo lo sé todo".

Fueron en el carro en el que Juani había ido antes ya que seguía fuera de la cochera.

Una vez que llegaron al lugar Juani se acomodó los rulos, se estaba volviendo una especie de símbolo de nerviosismo. Un chico diferente les abrió la puerta esta vez. Era delgado, alto y con el cabello claro, les sonrió como si no trabajara en la mafia y los dejo pasar muy educadamente.

—Vos sos Juani Caruso, ¿y vos?— preguntó el chico dirigiéndose a Kuku.

—Me llamo Esteban, ¿qué hay de ti?— Kuku estaba sonriendo de una manera que hizo que Juani se sintiera mal tercio.

—Soy Francisco Romero. Ah, los tengo que llevar al cuartito ese.— Kuku y el de rulos se miraron mientras lo seguían.

Al final los llevó al mismo cuarto que antes.

—Felipe quiere hablar contigo, cara a cara.— dijo Francisco pero miró a Juani de una manera que lo hizo sentir observado. —Solo que no ya sabes, cara a cara literal. Solo no a través de la pared. ¿Tenes algo en contra de tener los ojos vendados? Él también los tendrá.—

Juani pasó saliva. —¿Los dos? Pero ustedes se van a quedar aquí, ¿verdad?

Juani sabía que probablemente debía decir que no. Que si era peligroso darle la espalda a su enemigo, peor era ir con los ojos vendados. Pero, era tradición. Y estaba Esteban, él lo cuidaría pasase lo que pasase.

—Está bien, entonces.— murmuró mientras se sentaba en un sillon.

El nombre del juego (JuanixFelipe)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora