♧ A Cowboy on a field of Roses ♤ (GUNSNROSES/ARGENTHILL)

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Escúchame, tu vida comenzará de nuevo.

Boothill despertó alterado del sueño, sudaba frío y su corazón latía desenfrenado.

Se sentó sobre la cama mientras aun respiraba rápidamente, apretó las sabánas y trató de aclarar su mente:

¿Qué mierda acaba de pasar?

La niña pequeña que estaba a su lado despertó desconcertada, frotandose los ojos miró a su papá, preguntandole con voz aún adormilada

—¿Papi?... ¿estás bien?...

Clementine, la niña de cabello castaño y piel morena, había tenido que dormir esa noche con su padre debido a una pesadilla, boothill había intentado convencerla de que no existian los monstruos y que ella podía tomar el control de sus sueños, cosa que ni para él mismo le resultaba sencillo.

— Estoy bien peque... vamos, duerme un poco más, aun es de madrugada

Boothill se calmó y miro su teléfono, 3 de  la mañana eran exactamente.
Junto al horario, notificaciones de mensajes de un número desconocido

????:

"Te veo donde siempre a las 3:30, el jefe necesita un trabajo urgente."

Ah si, se le olvidaba que trabajaba para la mafia.

Ah mierda, ya eran las 3 de la mañana.

Se levantó rapidamente y comenzó a cambiarse el pijama por su ropa casual, la ropa que utilizaría un matón de la mafia, se ató el pelo en una cola alta, tomó las llaves de su departamento y de su moto, le dio un beso en la frente a la pequeña clementine y salió deprisa, cerrando todo con llave.

En el camino, hizo una llamada rapida:

— May? May! Estas despierta?

—Qué?... quien es? Y por que mierda me llamas a estas horas?

—Soy yo tonta, boothill.

— Dejame adivinar...quieres que cuide a clementine para que vallas a hacer tus "trabajitos?"

Esa mujer si lo conocia bien: May, la "tía" de clemementine, era quien siempre estaba ahi para boothill, siempre lo vió como un hermano, sabía todo lo que hacía hasta de cuando empezóa trabajar para la mafia, ella lo cubría para cuidar de la pequeña cuando él no estaba en casa

—Si... regreso dentro de unas horas, dejé dinero en la mesa, tómalo en caso de que lo necesites

—Claro si...si...solo no llegues tan sucio de sangre, la última vez clementine pensó que era tuya, casi no me cree lo que le dije

—Esta bien...tendré mas cuidado... nos vemos y gracias.

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El jefe lo llevó frente el tablón, lleno de imágenes, páginas de periódicos con textos, hilos rojos uniendo las imágenes, y otras con cruzes rojas grandes, eso solo significaba que habían muerto a manos de ellos.

Apuntó hacia la imagen de un hombre, no muy mayor, que al parecer estaba disfrutando de una tarde con su esposa y su hijo pequeño, la imagen parecía tener ya algunos años de haber sido tomada.

Lo qué mas llamaba la atención, era que tanto la madre como el hijo poseían un hermoso cabello rojo, tan rojo como la sangre fresca.

— Sabes cuánto valen las cabezas de cada uno de estos imbéciles?

Boothill negó en silencio.

—Millones, vaquero. Cada uno de esos funcionarios del gobierno tiene un precio en esas cabezas que valen mucho más que la de cualquiera de nosotros...creo que te das una idea de que es lo que quiero que hagas.

Boothill tragó duro, esa idea no era de su agrado.

— Señor... con todo respeto... es una familia completa de la que quiere que me encargue de desaparecer... no podemos borrarlos de la existencia de la noche a la mañana.

El hombre sonrió apliamente, y se dirijió de forma un tanto sádica al contrario

— Es por eso que estas tu aquí, ¿no? Para limpiar este tipo de mierdas sin dejar rastro, y de una vez te lo digo... si no puedes hacer este trabajo... ya sabes con que más puedes pagar.

Boothill frunció el seño.

— Y va a ser una lástima tener que deshacerme de esos viejos o, ¿Qué? No me digas que ya se te olvidaron las reglas de tu contrato vaquerito.

Graey y Nick, los padres de Boothill, dos señores de edad que hace años sufrieron la inexplicable pérdida de su hijo más querido, que en realidad, fingió, ahora ambos funcionaban de garantía en caso de que su hijo no le respondiera a la mafia.

El jefe sonrió de nuevo victorioso

— Tienes no más de 2 meses para traerme sus cabezas aqui a mi escritorio, ahora ve, anda a cazar.