Balas perdidas

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Boothill cayó rápido en la cuenta de lo que estaba pasando, estaba congelado sin poder moverse.

Este chico, era el niño de la foto de la familia que estaba buscando, él era uno de los objetivos.

Podemos empezar por algo simple, quizás... podamos mandarle una advertencia al hijo de puta con su hijo o con su esposa, cortarles una extremidad, enviarle los ojos al cabrón en una cajita, no lo sé, usa tu imaginación.

El vaquero tragó duro de nuevo.

—¿Cuántos años cree que tenga el niño? Será más dificil desaparecerlo si ya es mayor, y siendo asi de visible...

—No seas idiota, eso te lo arreglas tú, pero quiero que ese pendejo del gobernador se este retorciendo de dolor a mis pies, por ende no espero menos de ti.

Argenti seguía de pie frente a él expectando una respuesta, pero el silencio se estaba volviendo incómodo.

—¿Está buscando algún tipo de flor en especial? O quizás pueda encontrar algo según para quien sea el arreglo...

La burbuja que envolvia a boothill explotó, y regresó a la realidad.

—Son para mi hija... quiero llevarle sus flores favoritas, ¿tienes margaritas?

Argenti asintió alegre y le pidió que lo siguiera al vivero en la parte de atrás del  local.

El vivero era increiblemente enorme, el domo de cristal que lo rodeaba le daba un toque único de luz al lugar, lleno de flores de toda clase, se denotaba el gran esfuerzo y tiempo que se les dedicaba para haber crecido tan bellas.

—Las margaritas sin duda son flores bellísimas, además de que algunas clases de esta son usadas para distintos tipos de remedios medicinales, pero en su mayoría son más usadas de forma ornamental por sus colores tan vívidos

Argenti sabía no solo cuidar sus flores, si no que también sabia mucho de las especies, haber vivido tantos años encerrado en una biblioteca leyendo libros de su padre y recibiendo nuevos cada año tuvo su efecto.

—Ah, por supuesto, Dame un ramo de varios colores, a mi hija le agradan de esas.

Boothill estaba nervioso, en su mente estaba ya calculando su oportunidad perfecta de asesinarle ahí mismo y de como deshacerse del cuerpo entre la maleza del vivero

El florista se dió la vuelta en donde estaban plantadas las margaritas y comenzó a cortar con cuidado cada una para armar el ramo, dandole la espalda a su cliente.

Boothill sigilosamente sacó su arma y la cargó con una sola bala, quitó el seguro de la misma y apuntó a la cabeza de Argenti... por primera vez, su mano estaba temblando.

Argenti entonces se levantó habiendo terminado el ramillete de flores aún dandole la espalda, con una sonrisa en el rostro sin saber que pasaba, se dió la vuelta.

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Boothill tenía las manos en los bolsillos con una sonrisa también, le recibió el ramo de margaritas, rozó ligeramente su  mano con la del joven, su piel se sentía tan suave como algodón.

Falló, falló un tiro que jamás disparó.

— Gracias, son muy hermosas.

Argenti solo se limitó a sonreir más, sus flores eran su orgullo más grande.

—¿Desea que las envuelva en algún papel de color?, puedo agregar un lazo también.

—Sería muy lindo de tu parte, gracias.

Una vez completado el encargo, boothill tomó de vuelta su ramo de flores ya envuelto y se dispuso a salir de la tienda

—¡Espere un momento por favor!

Argenti salió del otro lado del mostrador, aún no tan seguro de lo que iba a hacer.

—Usted me pidió que le diera mi nombre, puede... ¿darme el suyo también?

Boothill sonrió de nuevo, tomó una de las margaritas de color rosa del ramillete y se la entregó mientras dijo:

— Mi nombre es Boothill, un gusto en conocerte.

Finalmente habiendo marchado de la tienda, Argenti se quedó ahí de pie de nuevo, con la flor en la mano, un brillo peculiar en sus ojos contemplando la puerta por la que había salido aquel hombre tan misterioso, su corazón no pudo evitar palpitar con rapidéz ante tal emoción que lo envolvió, olió el fresco aroma de la flor y regresó de nuevo detrás del mostrador.

♧ A Cowboy on a field of Roses ♤ (GUNSNROSES/ARGENTHILL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora