Un ciervo desesperado

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–Maldición, hoy se siente más insoportable que de costumbre_ murmuró apretando los dientes tratando de no soltar un vergonzoso gemido que se originaba cada que su propia ropa lo rozaba.

Si cerraba los ojos podía evocar los recuerdos que habían compartido juntos en esa cama.

–Luci... Lucifer_ gimió deshaciéndose de su sacó, creyó qué podría salir a buscarlo_ Fermonas, fermonas de mi alfa..._ se dejó guiar por su nariz hasta el closet de donde saco toda la ropa que le pertenecía a su pareja aunque ninguna contenía la cantidad de fermonas que su cuerpo pedía_ Mi alfa ¿Dónde estás?_ soltó un chillido lastimero.

Restregó el saco en su rostro y se tumbo sobre la ropa restante, aspirando el aroma a manzanas, lanzando pequeños suspiros insatisfechos, su pantalón ahora se sentía apretado, incómodo y muy húmedo, se sintió avergonzado pero aún así se quitó la ropa restante. Solo quería sentirse bien, sentirse lleno siendo estampado contra el colchón.

~Lucifer regresa~ soltó un gemido cuando comenzó a tocar su miembro imaginando que era la mano de su alfa quien sabía cómo complacer su parte mas primitiva.

Se corrió imaginando su cuello siendo lamido y recordando los suaves jadeos que el otro soltaba en su oído cuando estaba por venirse, había sido buena idea haberlo visto una vez tocándose para él, esa vez en la que no estaba de humor para ser tomado.

Pero aún así eso no fue suficiente, su ser quemaba como las mismísimas llamas del infierno, quería a su alfa y este simplemente no aparecía, se tumbo sobre el saco restregandose queriendo que fuera el cuerpo cálido del otro, sus sentidos que estaban nublados por la lujuria lo hicieron bajar su mano hacía su entrada húmeda, era bueno con sus dedos pero él quería más, no esa sensación que ya conocía.

Introdujo uno que le hizo gemir, un segundo que lo hizo comenzar a llamar a su alfa entre los suaves movimientos certeros en esa parte que lo hacía enloquecer, el calor que recorría su cuerpo era más fuerte que la vergüenza de estar haciendo tal acto.

~Ah Ah Lucifer~ gemía aumentando el ritmo ~Lucifer...' la puerta fue abierta pero el estaba lo suficientemente perdido para escucharlo, solo se dió cuenta hasta que las fermonas se hicieron más pesadas, una mirada lo recorrió y la persona se lamió los labios.

–Oh mi pequeño Bambi, estabas muy desesperado_ hablo este acercándose, Alastor lo miró suplicante con un bonito rojo en su rostro.

–Ayudame Luci, te necesito dentro de mí_ rogó el demonio, solo su pareja podía ver su lado más vulnerable, el rey levantó la mano que había estado en su entrada y lamió sus dedos haciendo que el ciervo se estremeciera de impaciencia..

–Te daré lo que quieras pero no aquí_ lo alzó en sus brazos, Alastor pareció darse cuenta que estaba desnudo así que tomó un saco y lo puso sobre él aún si Lucifer solo tuvo que abrir un portal para llegar al palacio, al lugar donde sus fantasías sexuales habían sido hechas realidad.

El demonio fue dejado en la cama, soltó un sonido de desaprobación que se cortó cuando se dió cuenta que su alfa se quitaba su sacó y que sus fermonas comenzaban a envolverlo. Sintió como se corrió solo con eso, lucifer siempre había sido muy sensual como si el fuese el fruto prohibido del que todos hablaban.

Lucifer le sonrió y se acercó para alzar su cabeza tomándolo por el mentón.

–Oh mi pequeño ciervo ¿Porque no me dijiste que tu celo estaba realmente cerca antes de que me fuera?_ pregunto, sabía que si demonio egocéntrico seguía ahí.

–Me olvide de ello y además si lo hubiera recordado y te lo hubiera dicho no querrías irte a hacer tu trabajo_ un tono rojo cubrió su rostro, sus ojos brillaban con lujuria mientras su cuerpo sudaba, sabía que una vez Lucifer tomaba su cuerpo no le daba descanso.

Un pequeño inconveniente placentero (Appleradio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora