Capítulo 1

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•Namjoon•

Los aullidos de los lobos se escucharon en la noche, tan fuerte que hicieron resonar el aire, y casi le cuestan a Namjoon su pierna derecha.

Se las arregló -apenas- para hacer oscilar el hacha ampliamente y desviar la hoja en el costado de su granero astillándolo con el golpe. El golpe resonó a través de su antebrazo e hizo hormiguear su piel.

Namjoon fulminó con la mirada primero el hacha y luego a la fuente del alboroto. Los que causaban tanto revuelo tenían que ser ejecutores de la manada del Lago Wasp.

¡Ejecutores, ja! Un nombre muy bueno y elegante para un grupo de matones que aplicaban la ley como mejor les convenía. Ellos no eran tan malos cuando sólo había uno o dos, pero con tres o más actuaban como mafiosos dementes.

De vez en cuando trataban de reclutar a Namjoon. A ellos les gustaba su tamaño, su estado Alfa, y su estoicismo. Hubiera sido mejor que se ahorrarán el aliento. No quería tener nada que ver con ellos. Ni con cualquier lobo, y por buenas razones. Vivía en el mismo borde de los límites de la manada, y se mantenía aislado. Sus problemas no eran de su incumbencia.

Aún así, a menos que se metiera algodón en las orejas no podía dejar de oír a los lobos aullar y ladrar, y aunque no estaba en forma de lobo podía entender su mensaje.

¡Cazar! ¡Oler! ¿Oler aquí? ¿Oler allí?

Ningún olor aquí. Lo queremos, lo queremos. ¿Por el sendero del lago?

Debe encontrarlo, debe encontrarlo. Huele bien, lo quiero

¡Lo quiero, lo quiero, sí! Atrápenlo.

Namjoon rodó los ojos. Por lo tanto pensaban acoplarse, y tenían un Omega en su punto de mira. Demasiado malo para el Omega, pero quienquiera que fuese, parecía lo suficientemente inteligente como para conducir a los ejecutores en una persecución difícil.

Buena suerte.

Se encogió de hombros, sabiendo que pasarían a través de su tierra y se alejarían pronto. Frunció el ceño mirando el hacha hundida en el muro de su granja. Tirando, liberarla fue relativamente fácil, pero el agujero que dejó atrás sería una mierda repararlo. Miró las astillas con una burla sombría, preguntándose si el Alfa oiría una demanda de restitución. Era un hombre joven, el nuevo Alfa de la manada, y supuestamente era justo.

Tal vez era así. Pero lo creería cuando lo viera.

Dejó caer su hacha en el tajo para dejarla fuera del camino de forma segura. Al igual que el muro de la granja, cedió con demasiada facilidad. Él no había construido ni la cabaña ni el granero. Se los había comprado a un Alfa que se fue hacia el norte para unirse a una manada de Barrow. Debe haber estado bien en su momento. Bien cuidada.

Lamentablemente. Él no era un hombre o lobo que pudiera cuidar nada. ¿Cómo podría, cuando su corazón había muerto el día que su compañero y sus crías lo hicieron?

Podría ser mejor derribar el granero y construirlo de nuevo, decidió después de frotarse reflexivamente por un momento el mentón. De todos modos no tenía necesidad de una dependencia grande, ya que no tenía cabras o vacas, y si se deshacía del establo entonces podría derribar las hierbas que crecían densamente alrededor. Alguien alguna vez debía haber puesto una gran cantidad de atención en ese jardín, aunque su elección de siembra siempre lo desconcertaba. Lavanda, albahaca, limón, romero - y menta, que asfixia a todo lo demás casi hasta la muerte.

Le dio una patada descuidada a la menta, y liberó una nube cegadora de olor hacia su nariz, luego, se detuvo en seco por la sorpresa.

Él no habría sido sorprendido por cualquier cosa que echara raíces allí, pero la última vez que había comprobado no había tenido ningún Omega creciendo en su jardín.

Omega A SalvoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora