-No te vayas...
Fueron las palabras qué ella pronunció para qué me girara a mirarla, sin decir una palabra miró hacia una esquina del salón dónde ella practicaba, con sus zapatos en una mano y su bolsa en la otra, su cuello largo y recto resaltaba con una coleta alta algo desordenada, mechones de su pelo negro acompañaban su fleco cayendo y decorando su rostro.
-Olvidaste eso.
Señaló con su mirada la esquina de la habitación y noté qué había olvidado una pequeña cajita.
No...
A pasos rápidos me apresuré a tomar la cajita de madera algo gastada de la qué se asomaba una foto, ¿Cómo se abrió?
La miré y sostuvo su mirada sobre mí unos segundos, sus labios rosados entreabiertos con su color coral natural, sus ojos fijos en los mios.
Mis labios se separaron en un intento débil de dirigirle la palabra, pero cuando los cerré su mirada se apartó de mí y sólo pude inclinar mí cabeza hacia abajo en un pobre agradecimiento y una vaga despedida.
Salí del salón y caminé por un pasillo encontrándome con una de mis compañeras de trabajo, Tzuyu, no pude evitar pensar qué de no ser por la crueldad de la vida alguien más estaría sentada en esa misma silla con una sonrisa esperándome para salir del trabajo.
-Buenas tardes, Mina.
La chica me saludó igual de energética qué siempre, con una sonrisa en sus labios delgados, pero estaba tan perdida entre mis propios pensamientos qué sólo pude asentir y darle una débil sonrisa, me sentía mal por ella, había intentado conversar conmigo repetidas veces pero yo sólo podía sonreírle, asentir o hacer algún gesto sin soltar alguna palabra.
Salí del estudio y caminé hacia mí coche, una vez qué me senté en el asiento del copiloto no pude retener más mis emociones qué golpeaban mí interior insistentes y me rasguñaban por dentro para salir a la luz, no pude soportar más y las dejé salir.
Golpeé mí cabeza contra el volante y las lágrimas se abrieron paso por mis ojos así cómo un sollozo por mis labios, torpemente las intente remover de mí rostro pero salían sin control, mojando mis manos, mí cabello y mí rostro.
Algunas lágrimas cayeron hacia mis pantalones dejando pequeñas manchas oscuras qué se irían cuándo el aire hiciera su trabajo y las secara.
Tomé un pañuelo qué guardaba en algún compartimento de mí auto y limpié el desastre qué emociones retenidas por quizás meses pero tan presentes en cada segundo de mí vida habían causado.
Mirar esa foto había movido algo en mí interior, había arrancado la cicatriz qué retenía la sangre de mis heridas y la había esparcido por todo mí ser.
Decidí qué era suficiente tiempo llorando por hoy, o quizás por estos meses hasta qué la herida se vuelva a abrir, era un ciclo, vivía en un ciclo, todo se repetía cada vez más dolorosamente.
Alcé la mirada de mis ojos rojos e hinchados qué ahora se fijó en la mujer qué salía del estudio, vestía un pantalón holgado negro y una sudadera del mismo color con la misma coleta alta.
Ella era tan opuesta a mí, ella era todo lo qué yo no podía ser, todo lo qué no pude cargar ella lo cargaba, yo había caído en un agujero tan profundo sin salida, ella brillaba en la cima, era exitosa, recordé mis momentos en su lugar y sólo pude negar sabiendo qué pensar en eso era sumamente egoísta.
Tragué todos mis sentimientos esperando qué no volvieran a escalar tan rápido.
Conducí hacia mí departamento, lo compartía con Jihyo, una amiga de mí infancia qué me había acompañado todos estos años de mí vida, le agradecía, no era fácil mantenerse cerca de alguien como yo y menos todos los años qué Jihyo lo había hecho.
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Black Swan [Hirai Momo & Miyou Mina]
Fanfiction¿Cuánto puede el tiempo cambiar dos palabras? Las miradas de frialdad pueden doler el doble cuándo tuviste las cálidas a tú lado por un segundo. Déjame tomar tú mano, dime qué sí, viajemos al paraíso por unos segundos y hagamos del escenario la expo...