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Había un nuevo día en el Imperio Otomano, un día soleado y hermoso. Los rayos de sol entraban a los aposentos de la Sultán que hace poco se había despertado, Selim era el que había quedado profundamente dormido.

— ¡Adelante!— Habló Mihrimah, después de despertarse había ordenado que le preparasen un rico desayuno. —

— Su Majestad — Hace una reverencia — Su desayuno esta listo. Piden permiso para entrar.

— Que entren, Malkoçoğlu.— el soldado asintió mientras veía algo celoso a Selim.— Su Majestad, si desea puedo despertarlo y llevarlo al Harem.

Mihrimah frunció el ceño — ¿Por que harías eso Malkoçoğlu?¿Te lo he pedido Acaso?

— No su Majestad, pero pensé que usted preferiría desayunar sola y estar más cómoda.

— Pensastes mal, si quiero que mi harem salga de mi habitación no necesito de ti para sacarlos.

— Su Majestad creo que me malentendió.

— No, y fue suficiente. Sal de aquí y que ingresen a dejarme mi desayuno.

Bali bey asintió e hizo una reverencia antes de salir, segundos después entraron los siervos con el desayuno de la Sultán, después de dejar todo en la mesa se retiraron.

Mihrimah decidió salir al balcón, mientras miraba la gran vista que había desde ahí, se veía todo su imperio. Empezó a recordar todos los consejos que le daba su Padre, estrategias militares y para seguir aumentando los territorios al imperio pero nunca le dio un consejo del amor ¿Qué se suponía que tenía que hacer ahora? Selim era lindo y satisfacía muy bien pero se sentía algo incompleta, como si algo destinado a ella estuviese tan lejos pero a la vez tan cerca ¿Qué es lo que le faltaba? Era la sultán del mundo, tenía todo, y ahora tenía a Selim ¿Por qué se sentía así?

 Empezó a recordar todos los consejos que le daba su Padre, estrategias militares y para seguir aumentando los territorios al imperio pero nunca le dio un consejo del amor ¿Qué se suponía que tenía que hacer ahora? Selim era lindo y satisfacía muy...

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— Bobadas mías — dijo en su mente la sultán. Sus pensamientos fueron interrumpidos por unos besos humedos en su cuello, cosa que la hizo voltear y sonreír.

— Su Majestad — dice Selim con una gran sonrisa — Buenos días.

— Buenos días Selim, te estaba esperando para desayunar.

Selim asiente y ambos se sientan, mientras comían también empezaron a conversar y contarse las anécdotas de su vida.

Mientras tanto, La sultana Madre está dirigiendose a los aposentos de la Sultán.

— Díganle a la Sultán que su madre está aquí. —

— Valide, su Majestad tiene compañía en este momento y pidió no ser interrumpida. — Dijo Bali bey, el guardia personal de la Sultán.

Hurrem sonrió — ¡Que allah me permita tener un nieto muy pronto!— ella se fue no a sus aposentos.

Mientras tanto, en el calabozo.

Mihrimah sultán Donde viven las historias. Descúbrelo ahora