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Narra Uzui


Dejé todos los documentos sobre la mesa. El trabajo era terriblemente sofocante y no estaba del mejor humor. Le había encargado dos misiones a mis más fieles trabajadores, pero tardaban como unas tortugas y desde que los envié la semana pasada, no recibí ningún avance. Comencé a pensar que murieron en el acto, aunque no es que me importara mucho, sabía que no iban a ser de ayuda. A parte, tenia trabajos de la escuela que debía corregir. Ah... que duro era tener una doble vida.

Me eché para atrás en la silla y alcé la miraba cuando alguien llamó a la puerta. Le dije con un tono serio que pasara y acto seguido entró mi secretario: un hombre de estatura promedio, moreno, de piel canela y ojos verde claro.

— Señor Zu, tiene visita, ¿le dejo pasar? — hizo una reverencia y esperó por mi respuesta mirándome directamente a los ojos. Desde el planeta Marte podía notar que le gustaba, sin embargo, yo no tenia ni el mínimo interés por él.

— ¿Quién es? — pregunté incorporándome.

— El Señor Ne — contestó. Me sorprendí bastante, ya que Sanemi no se acostumbraba a visitarme durante nuestro horario de trabajo.

— Claro, que pase, que pase — dije sacudiendo la mano en el aire y embozando una sonrisa divertida.

Volvió a hacer una reverencia y salió de la habitación y, luego, ingresó Sanemi.

— ¡Viejo amigo! ¿Qué te trae por aquí? — Sanemi y yo nos hicimos mafiosos en la secundaria. Recuerdo que fue porque unos trabajadores nos estaban atracando y nosotros le contraatacamos y ganamos. El jefe de su clan nos dijo que nos uniéramos y aceptamos porque estábamos aburridos.

— Tengo dos cosas que decirte, empezaré por la más importante: en el clan Mioka hay un espía  y ya lo han descubierto, pero ha huído y no sabemos dónde está. Tu clan es muy bueno en búsquedas y Mioka necesita tu ayuda.

— Ya veo... — me quedé pensativo por unos instantes. — Claro, cualquier cosa por mi Tomioka — acepté, tampoco es que nos fuera a tomar mucho tiempo. Tardábamos como máximo una semana y algunos días de más en encontrar a alguien.

— No nos llames por nuestros nombres reales aquí, Zu— reclamó enfadado. Sacarle de quicio era la cosa más fácil del mundo. Le sonreí con los ojos cerrados y levanté las manos en señal de derrota, a lo que él rodó los ojos molesto. — La segunda es: ¿estás ocupado mañana? — Enarqué una ceja.

— No, estoy completamente libre después del "K". — Teníamos unos códigos para hablar del colegio y "K" se refería a la universidad. — ¿Por qué? — pregunté curioso.

— Para ir al distrito rojo— susurró mientras se acercaba a mí. Nadie tenía porqué enterarse de nuestros planes. Llevábamos meses sin ir al distrito rojo y dos años sin ir a nuestro bar favorito: Arinti, un bar de strippers y con muy buenas bebidas. A parte, las habitaciones eran grandes y tenían muchos juguetes sexuales de muy buena calidad. Dicho así suena muy, pero que muy mal. — Iremos a Arinti.

— No hacía falta ni preguntar, me apunto.

— Vale, mañana allí a las 8.

— Allí estaré.

— Luego te llamo, tengo que comentarte algo de "K" — dijo eso y se fue.

Al día siguiente...

Narra Inosuke

Ah... me duele todo el cuerpo — me quejé. El baile en la barra ayer fue muy cándido y, además, tuvo que esquivar varias manos de hombres que querían pasarse de listos haciendo más vueltas de las necesarias en ese palo de los cojones.

Doble vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora