6 de julio, 1984
Buenos Aires, ArgentinaLos tiempos habían llevado a Diana a terminar vendiendo algunos de sus cassettes, un par de adornos viejos de su abuela y libretas que jamás usó. La plata cada día se tornaba un problema gigante, ya no sabía que hacer. Los shows de Virus habían parado y muy bien en el festival no le habían pagado.
Esos días Hilda la invitó a casa a comer, ella fue sin quejarse aunque un poco avergonzada. No le gustaba sentir que quizás lo hacía por pena. Cena y almuerzo no le faltaban a ella gracias a su mejor amiga, sentía que cada vez la quería más. Aprendió mucho de las fotografías que sacaba y se preguntó si podría ser capaz de ser así; una fotógrafa. No le disgustaba la idea, pero ya quería ser muchas cosas. ¿Se podía?
"Pone los platos, Diana!" Gritó Hilda desde la cocina.
La joven levantó la cabeza melancólica, recordando cada adorno que tuvo que regalar a familias conchetas. Entró por la puerta, arrastrando su cuerpo y quejándose como cuando era chica.
"Cambiá esa cara, nena," Suspiró su mejor amiga, dejando los platos de vidrio sobre el mantel y fue a abrazarla. "Ya te vas a poder acomodar, tranquila."
Ese abrazo fue muy cómodo, tanto que Diana soltó una lágrimas. Cuando se separaron la miró fingiendo estar enojada.
"Sos mala, me hacés llorar" Las dos chicas rieron. "Mentira, te amo un montón."
Diana volvió a abrazarla con cariño mientras Hilda le respondía que también la amaba. En el menú de hoy habían ñoquis, la receta de la abuela Lizarazu nunca fallaba en hacer disfrutar de su sabor.
Las dos comían tranquilamente sus platos, mirando la televisión hasta que Hilda levantó la cabeza exageradamente.
"Sabés...hoy tenemos una juntada con los chicos, como siempre. ¿Vas a venir?" Preguntó
Diana lo pensó dos segundos, los chicos no se cansaban de salir noche tras noche. Ella nunca había sido parte de todas las salidas porque la abrumaba, pero quizás ahora, solo ahora podría vivir para eso. Asintió en silencio, volviendo a comer hasta que paró otra vez.
"¿Quiénes van?"
"Y...son muchos, pero es mejor que vayas y veas." Su mejor amiga le sonrió divertida.
Diana lo meditó, le pareció bien así que se quedó con ese si. Al llegar la noche después de merendar junto a Hilda se empezó a preparar tornando la casa en un cálido lugar, música suave, vestidos sobre cada mueble y el maquillaje sobre el piso. Las dos quedaron perfectas, saliendo de la casa y llegando a ese boliche junto amigos. Había bastante gente afuera y mucho más dentro.
"¡Hay mucha gente, Hilda!" Gritó Diana agarrando el brazo de su mejor amiga.
"¡Mirá, tocan los Twist en vivo!"
Las manos de Hilda le apuntaron a Diana el escenario, viendo como sus amigos se acomodaban en sus lugares. Fueron hasta la barra buscando algo para refrescarse.
Tranquilas empezaron a charlar sobre esa noche, hasta que Fabiana llegó a la escena de mano del rosarino Fito."¡Amigas!" Exclamó Fabiana amorosamente, abrazando a las chicas.
Diana se alegró mucho, la extrañaba también.
"¡Fabi! Justo subís al escenario, ¿No?" Dejó un beso en el cachete de Fabiana, mirando a Fito.
"¡Sí! Me están apurando, chicas," Le sacó el vaso de alcohol a Hilda y tomó un poco rápido. "Me voy, me lo cuidan eh!" Apuntó a Fito.
El muchacho sonrió un poco apenado, Fabiana se fue y lo saludaron con un beso en el cachete.
"¿Cómo estás, Rosarino?" Diana preguntó.
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Piano Bar - Charly García
FanfictionDiana Casarino nunca se imaginó vivir en unos meses una historia que la marcaría por completo. Incluso conociendo a el gran Charly García en su relación de hambre y odio había un vacío que parecía no ser llenado por el hombre. "Diana, vos empezaste...